Acaba de concluir en Netflix la serie española que ha pulverizado todos los récords patrios: La casa de papel. Un huracán que comenzó en Antena 3 allá por 2017. Su premisa ladronzuela y su adictiva estructura narrativa lograron que, al pasar a Netflix un año después, espectadores de todo el mundo se engancharan a las andanzas de Berlín, Denver, Tokyo y demás alias comandados por el muy astuto Profesor. La calidad de la serie descendió tras las dos primeras temporadas, pero el haberse convertido en un fenómeno la hizo imparable. Cinco temporadas de Money Heist (su título internacional) regalaron una ristra de explosiones, giros imposibles, Bella Ciao y unas máscaras de Dalí tan icónicas que ya no existe fiesta de disfraces donde no comparezcan.

En esencia, La casa de papel era un exponente del subgénero del «atraco perfecto», una narrativa que lleva décadas luchando contra el reloj y la lógica en el cine, desde el aroma existencialista de La jungla de asfalto hasta el sexy despiporre de Ocean’s Eleven. Pero también la literatura ha hecho un hueco a este arte de robar cámaras acorazadas y millonadas esquivas.

El prolífico Donald E. Westlake se ha ganado un sitio propio en lo que los anglosajones llaman el «caper»: esas novelas de robos o secuestros donde el énfasis está en las acciones de los malhechores antes que en las pesquisas policiales. De ahí destacan títulos que apuntan con nitidez al robo tan imposible como perfecto: Atraco al banco narra el regreso de John Dortmunder a las grandes ligas del crimen. Tras un tiempo dedicado a timos de vendedor de enciclopedias, a Dortmunder se le presenta la oportunidad de pegar un palo a un banco que cambia de lugar temporalmente. Pero, claro, no todo sale como estaba planeado… El cariño de Westlake por los robos grandilocuentes también se aprecia en Diamante al rojo vivo, otro título que ya anuncia el oscuro objeto de deseo. Y, sí, es la novela que inspiró la mítica película de Robert Redford en los años setenta.

En el mismo año también otro guapo (Steve McQueen) adaptaba una célebre novela de Jim Thompson: La huida. Aquí aparece otro rasgo habitual de los capers, sobre todo de los de primera ola: un aire existencialista, de derrota insalvable. Por la segunda parte de la novela de Thompson pululan la traición, la improvisación y, sobre todo, el convencimiento de que una huida limpia no es más que un espejismo. Es la misma atmósfera que se respira en Luna funesta, de Michael Connelly. El creador del detective Harry Bosch cuenta esta vez la historia de Cassie Black, una ladrona de guante blanco que tuerce su reinserción cuando se le presenta la oportunidad para un último gran golpe.

La ambición, la indomable ambición que conduce a Cassie Black de vuelta al juego no parece tener límite de edad. Es la simpática premisa con la que se divierte la novelista sueca Catharina Ingelman-Sundberg. El título anuncia sin ambages por dónde van los tiros y la artritis: La banda de jubilados que cantó dos veces bingo. La historia narra cómo un puñado de viejetes escapan de su residencia de ancianos para arramblar con un casino de Las Vegas. Dentaduras postizas, sillas de ruedas y achaques por decenas en esta disparatada historia de robos en la tercera edad.

Si, por último, uno aspira a un aroma semidocumental, el mundo real también ofrece materia para cartografiar los alrededores del hurto a gran escala. En El solitario, el periodista Manu Marlasca se alía con el novelista Lorenzo Silva para rememorar la historia del atracador de bancos más famoso de España. Jaime Giménez Arbe, nombre real del criminal apodado «El solitario», anduvo en busca y captura desde que encañorara su primera entidad bancaria en 1994, en Lugo. Por medio, más de treinta atracos a sucursales, el asesinato de dos guardias civiles en Navarra y una retórica anarquista con la que justificar el mal. Indagar en las causas es lo que hace también Esa maldita pared, en donde un butronero rememora su infancia y su predestinación al robo. Son todas estas novelas un florido ejemplo de las posibilidades del robo perfecto, aquel que, como exclamó El Profesor en La casa de papel, reclama altas dosis de insensatez: «Vamos a llevar a cabo un plan que sería tachado de locura por cualquiera en sus cabales. Así que olvídense de sus cabales». Acepten, pues, el pacto de lectura y disfruten, pistola en mano, de la experiencia.

Autores citados

Donald E. Westlake es un escritor estadounidense que vivió entre 1933 y 2008. Fue un novelista prolífico, que llegó a escribir bajo más de diez pseudónimos. Muchas de sus historias fueron llevadas al cine, incluso el Two Much con el que Fernando Trueba hizo triunfar a Antonio Banderas en Hollywood.

Jim Thompson es uno de los clásicos de la novela criminal estadounidense. Entre sus novelas más celebradas están 1280 almas y El asesino dentro de mí. Fue el guionista de Atraco perfecto, el trágico robo rodado por Stanley Kubrick en 1956.

Catharina Ingelman-Sundberg es una escritora sueca. Previamente trabajó como periodista y arqueóloga marina. En 2013 saltó a la fama más allá de los confines nórdicos con una historia satírica ambientada en un residencia de la tercera edad.

Libro + palabra definitoria

Atraco al banco: adrenalínico

La banda de jubilados que cantó dos veces bingo: satírico

Esa maldita pared: biográfico

La huida: funesto