El éxito de Patria, la novela escrita por Fernando Aramburu en 2016, terminó de abrir un boquete que el propio autor ya había empezado a cavar con los sobrecogedores relatos de Los peces de la amargura (2006). La memoria de las víctimas de ETA empezaba a ver la luz en la ficción. Sería inexacto decir que la literatura o el cine jamás se habían acercado a huérfanos y asesinados, como han documentado la profesora Roncesvalles Labiano o el historiador Santiago de Pablo, pero sí que Patria los ubicó, por fin, en el mainstream de la cultura popular.
No en vano, en el despegue que la teleficción española está protagonizando durante este 2020 la adaptación que la HBO ha hecho del drama de Aramburu se ubica en la cima. Con sus expectativas sociopolíticas, sus carteles polémicos y una potente campaña de márketing, Patria está siendo uno de los acontecimientos televisivos del año. Ocho episodios fieles a la página, entrecruzando dolores y rencores de dos familias en la Guipúzcoa profunda. Los silencios acusadores, el odio al “español”, las dianas, el tiro en la nuca, el “algo habrá hecho”. Aquella espesura –moral y tonal– de los años de plomo atraviesa las imágenes de Patria con la aciaga rotundidad de un domingo de invierno.
No sólo Patria
A pesar de que la adaptación televisiva de Patria haya sido la cúspide de la representación del terrorismo de ETA en la pequeña pantalla, ha tenido un antes y un después. El antes fue La línea invisible. Emitida en abril, en pleno confinamiento, esta serie de Movistar Plus narra los orígenes de la banda terrorista. El relato se traslada a principios de los sesenta, en pleno franquismo, cuando ya en Europa se iban cociendo las ideas de la revolución del 68 y en el norte de España un grupo de estudiantes van engendrando a la bestia. Aunque la serie creada por Abel García Roure y dirigida por Mariano Barroso adopta las inevitables licencias poéticas, su rigor histórico se beneficia del magisterio de Gaizka Fernández Soldevilla, uno de los puntales del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo. No en vano, el retrato que La línea invisible traza de los inicios de ETA –del momento en el que se cruzó esa frontera que supone el asesinato– bebe documentalmente del libro Pardines. Cuando ETA empezó a matar, un minucioso trabajo editado por el propio Gaizka Fernández y el periodista Florencio Domínguez en 2018.
Florencio Domínguez también es autor de varios volúmenes imprescindibles sobre el terrorismo en España. Las raíces del miedo. Euskadi, una sociedad atemorizada (2003) detalla las estrategias de acoso y amedrentamiento que han ido extendiendo un espeso manto de silencio y repudio para quien piense diferente en el País Vasco y Navarra. Así mismo, junto a Rogelio Alonso y Marcos García-Rey publicó en 2010 Vidas rotas: La historia de los hombres, las mujeres y los niños víctimas de ETA, en el que informa, de manera exhaustiva, de las 857 víctimas mortales.
El tirón del terrorismo en las plataformas de streaming
Son dos libros que seguramente habrán servido de contexto para El desafío: ETA, la serie que marca el después de Patria. En esta ocasión, es Amazon Prime Video quien produce este ambicioso documental de ocho episodios que se estrenará a finales de octubre. La principal referencia para esta nueva docuserie ha sido Historia de un desafío: Cinco décadas de lucha sin cuartel de la Guardia Civil contra ETA, un coloso de más de 2000 páginas escrito por dos guardias civiles (Manuel Sánchez Corbí y Manuela Simón) en 2017. Ese mismo afán monumental es el que guía a El desafío: ETA. No solo por la ingente cantidad de voces que matizan el relato (todos los expresidentes del Gobierno aún vivos, antiguos lendakaris, altos mandos de la lucha antiterrorista), sino por su intento de narrar en profundidad y con profusión de imágenes de archivo una de las mayores tragedias que ha sufrido la España contemporánea.