El estreno de la terrorífica Misa de medianoche en Netflix sorprendía, a pesar de su previsible colleja final, por su precisión para retratar el rito católico. En los últimos tiempos no es habitual, por ejemplo, encontrar un cura sensato, carismático y capaz de ejercitar su fe en medio del mundo. Ni siquiera es factible encontrar el simpático cachondeo de aquel Father Ted que arrancaba carcajadas cómplices en la televisión británica de los noventa. Al contrario, en los últimos tiempos suele primar la villanía de opereta, al estilo de Dan Brown. Sin embargo, hasta el descalabro del último episodio, el padre Paul Hill regala un sacerdote valiente y ortodoxo en Misa de medianoche

No es el único ejemplo televisivo: estas semanas se puede ver en España (en el canal Syfy) la segunda temporada de Evil, un inteligente procedimental creado por el matrimonio King, los responsables de la sensacional The Good Wife y de su spin-off: The Good Fight. La premisa de Evil arranca de ese gusto de los creadores por explorar los dilemas morales, ahondando siempre en el gris: los protagonistas son un seminarista de la diócesis de Chicago, David Acosta, y una psicóloga, Kristen Bouchard. Uno enfrenta el misterio desde el bando de la fe y otro desde el de la ciencia. Ambos se dedican a investigar en cada episodio «misterios sin resolver de la Iglesia: supuestos milagros, posesiones demoniacas y otros fenómenos inexplicables. Su objetivo será evaluar si existe una explicación lógica o si estos hechos se deben realmente a causas sobrenaturales». Con esta premisa, Evil ahuyenta el dogma ideológico o religioso para retar las convicciones del espectador, con respeto y profundidad.

Son dos ejemplos de clérigos que, lejos de la caricatura o la condena ideológica, son presentados en las ficciones televisivas con todas sus aristas dramáticas e ideológicas. Por eso funcionan tan bien, en parte, ambas series: por su autenticidad. Es un rasgo que muchas obras literarias han trabajado con éxito. En la esfera más guerrera hay que recordar cómo William Peter Blatty convirtió al padre Karras y al padre Merrin en héroes, tan luminosos como trágicos, que luchaban contra el Diablo, emboscado en el cuerpo de la pobre Regan McNeill. La novela El exorcista fue un súperventas en los años setenta, pero sobre todo pasó a la posteridad por su versión cinematográfica. La potencia de la historia es tal que hace unos años tuvo una versión televisiva —una suerte de secuela de la obra original—, aunque nunca terminó de cuajar entre el gran público y solo duró dos temporadas.

Los sobresaltos y la agonía metafísica que caracterizaban a El exorcista generaron una ristra de imitadores dentro del género de terror. Sin embargo, el hijastro más destacado, gamberro y alucinante de la lucha contra las tinieblas, ejem, llegaría desde el ámbito de la novela gráfica con Preacher, el cómic para adultos creado por Garth Ennis y Steve Dillon que por acá se tituló Predicador. No es casualidad que también haya habido una versión televisiva: cuatro temporadas emitidas por la AMC.

En la literatura que los críticos gustan de calificar como «más seria» también ha habido clérigos memorables. La elegante editorial Libros del asteroide está reeditando varias obras de Graham Greene; ojalá pronto le toque el turno a El poder y la gloria. Escrita en 1940, la novela fabula la historia de un sacerdote católico que pelea por su fe en medio de la Guerra de los Cristeros que sacudió a México durante el primer tercio del siglo XX. Entre los novelones, también es célebre el sagaz franciscano Guillermo de Baskerville con el que Umberto Eco se sumerge en un mundo tenebroso y violento: una abadía italiana en el siglo XIV.

Pero no es necesario acudir a la densidad para disfrutar de un cura molón. El inefable G. K. Chesterton siempre está presto al rescate intelectual y emocional. Sus relatos detectivescos protagonizados por el padre Brown harán las delicias de jóvenes y no tan jóvenes. Su ingenio, su carácter costumbrista, su aliento filosófico, su fina ironía y, sobre todo, su penetrante conocimiento del alma humana. Como el propio personaje explicaba, no es casualidad que un hombre acostumbrado a escuchar los pecados en la confesión se convierta en un experto en calibrar la maldad: «Los hombres suelen mantenerse estables en cierto nivel de bondad, pero ningún hombre jamás se mantuvo estable en un cierto nivel de maldad. La pendiente va cuesta abajo. Un hombre amable bebe y se hace cruel. Un hombre franco mata y después miente sobre ello.»

Autores citados

  1. K. Chesterton (1874-1936) es una de las figuras esenciales de la literatura y el pensamiento del siglo XX. Polemista, ensayista, novelista y escritor de relatos, el británico Chesterton se caracteriza por su prosa asequible y su capacidad para pensar y fabular desde ángulos originales.

Graham Greene fue escritor, viajero, periodista e, incluso, espía. Se convirtió al Catolicismo ya cumplidos los veinte años y su carácter religioso transpiraba en sus novelas. Entre las más conocidas están Nuestro hombre en La Habana, El americano tranquilo y El revés de la trama.

Garth Ennis nació en Irlanda del Norte en 1970. Es un prolífico escritor de novelas gráficas, en especial de las editadas por el sello Vertigo (parte de DC Comics). Ahí pegó un pelotazo con Preacher. Más tarde, también han sido célebres sus guiones para The Boys y The Punisher (El castigador).

Libro + frase definitoria

El padre Brown. Relatos completos: ingenioso.

El exorcista: terrorífico.

El nombre de la rosa: enigmático.