Hay una especie sublime dentro de la literatura española, la del columnismo, a la que pertenecen escritores ilustres, como Camba o González-Ruano y que, tras ellos, ha tenido entre sus filas a nombres como Umbral. A esa raigambre de ironía, perspicacia y amor por el periodismo pertenece también Raúl del Pozo. Para acercar su figura al público, quienes se han encargado de esta extraña semblanza, los también escritores Julio Valdeón y Jesús F. Úbeda, intentan retratar a aquel joven, con los dedos manchados de tinta, que se inicia en el mundo de las imprentas y las redacciones llenas de humo, como un torero, buscando suerte.
No se trata de una biografía al uso; en eso, el biografiado fue tajante: no quería un volumen que contara cronológicamente su vida. Sin orden, en este libro escrito a cuatro manos aparecen las confesiones del propio Raúl del Pozo, pero quienes más hablan son los que le han frecuentado, es decir, los testigos de sus dudas y quienes cada semana dan su parecer sobre el texto que sostiene su firma: Antonio Lucas, por ejemplo. Él, como otros jóvenes que siguen en el oficio con estilo a veces gamberro, pero sin abdicar de la literatura, coincide que Raúl, a diferencia de Umbral, se ha destacado siempre por la generosidad con quienes siguen su rueda.
Este recorrido conscientemente anárquico por la novelística vida de Raúl del Pozo, quien, como él mismo recuerda con sentido agradecimiento, ha podido presenciar en primera línea acontecimientos históricos -el derrocamiento de Salvador Allende, por ejemplo-, se une en este auténtico libro de aventuras con los derroteros por el periodismo y las empresas de comunicación de la última parte del siglo XX en España. Se percibe, así, cierta nostalgia en el maestro de El Mundo por esos paraísos en los que las redacciones no conocían de fronteras ideológicas y todos campaban por el agreste valle del articulismo como amigos. Ahora el periodismo no conoce fidelidades que vadeen lo ideológico, por desgracia para todos.
Hay mucho periodismo y mucha política, incluyendo mención a Bárcenas. Y mucha farándula en este libro. Raúl aparece como un periodista de raza, comprometido solo con la belleza. Lo más impresionante, para un amante de la lengua, es adentrarse en la fragua de esa literatura directa, irreverente y brillante que ha sido el periodismo para nuestro idioma. La columna de Raúl del Pozo está hecha con las entrañas y combina, de un modo personal y único, el suceso, la confidencia y la sorpresa artística. Gracias a sus innovadoras imágenes, del Pozo da una vuelta más al lenguaje, para sorprender al lector, ofreciéndole destellos de belleza.
También Valdeón y Úbeda se aproximan a esa prosa tan característica, tan directa y mágica, como buenos discípulos del maestro en un libro desternillante que, además de contar la vida de Raúl del Pozo sin convertirse en una biografía, tiene el mérito de mostrar los entresijos, incluso sentimentales, de uno de los grandes del periodismo español.