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Qué tremenda alegría encontrar que en su último libro, 3 noches, 3 auroras (Newcastle, 2023), José Mateos tiene el precioso gesto de dedicarme el ensayo consagrado a Dante. Encima, compruebo que dedica el de Cervantes a Francisco Bejarano. Bejarano cada cuaresma lee el Quijote como forma de ser más dulce y más bueno, como rito de purificación. O sea, que la dedicatoria no puede estar más afinada. El ensayo sobre Shakespeare está dedicado a Luis Alberto de Cuenca, que, como ha contado en repetidas ocasiones, considera al Bardo la principal de sus influencias literarias, y lo es. O sea, que me envanezco por la dedicatoria, por mis compañeros dedicatarios y por lo afinadas que están las elecciones de los demás.
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No quepo en mí de gozo, hasta que leo el ensayo dantesco y recibo una tremenda cura de humildad. Qué de cosas que José Mateos ha visto y que a mí se me habían escapado como el agua entre las manos. Pongo ejemplos prácticos, en el espíritu aún del Miércoles de Ceniza:
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Dante es un fantasma al revés: un hombre vivo que se aparece a los muertos.
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Dante es al mismo tiempo el narrador y el protagonista de su relato. Este cambio de posición es posiblemente el detonante que permitió el nacimiento de toda la poesía moderna, de todo lo que ha venido después.
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La poesía como método de salvación personal es el gran descubrimiento de Dante. [Y que] hacer ese viaje y cantarlo pueden ser la misma cosa.
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Al igual que le va a pasar a Cervantes con las novelas de caballerías, Dante hace una epopeya para acabar con la epopeya y comenzar otra cosa.
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El hallazgo de ese tono que mezcla sabiduría y candor, inteligencia y frescura es fundamental.
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Dante es uno de los poetas que mejor ha mirado este mundo. […] Ese amor por la realidad […] contrapeso a las construcciones de la fantasía.
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[La antimodernidad de Dante] La responsabilidad de la persona es la premisa que hilvana la Divina Comedia. […] Para Dante la voluntad y la razón son más poderosas que la sociedad o la naturaleza.
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[A diferencia de los viajes de Ulises y de Eneas] El viaje, la peregrinación al reino de los muertos es el único asunto de la Divina Comedia. Esto sólo pudo ocurrírsele a alguien con una concepción cristiana del mundo.
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Si colocáramos a Hitler entre los tiranos violentos, a Marx entre los falsos profetas o a Nixon entre los mentirosos, a nadie se le ocurriría tacharnos de crueles o soberbios.
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En el «Infierno» y en el «Paraíso» se sintetizan y se desarrollan las dos concepciones que del más allá de la muerte, han tenido otras culturas. El Purgatorio es, por el contrario, una invención cristiana que no aparece hasta el siglo XII.
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Tras el baño de humildad, el orgullo de que, tras una lectura tan honda, haya encontrado alguna excusa, siquiera sentimental, para dedicarme esta maravilla. Ya seguiré, cuando me reponga de la emoción, con Cervantes y Shakespeare.
