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Reseñas
literarias
José María Torralba López

Una educación liberal: Elogio de los grandes libros

por:
Vidal Arranz
Editorial
Ediciones Encuentro
Año de Publicación
2022
Categorías
Sinopsis
José María Torralba López

Una educación liberal: Elogio de los grandes libros

Hay algo profundamente triste y, al mismo tiempo, hondamente esperanzador en Una educación liberal (Ediciones Encuentro), el último trabajo del catedrático de Filosofía Moral y Política José María Torralba. Triste, porque, una vez más, nos vemos confrontados a la necesidad de defender lo obvio: que la Universidad no debe ser sólo una fuente de conocimientos técnicos o profesionales, sino también un lugar que aliente la búsqueda de la verdad y de la sabiduría. Y esperanzador porque el libro incluye una propuesta práctica, los Seminarios de Grandes Libros, que va más allá de lo que ha sido habitual en la formación académica de nuestro país, y que abre una vía muy prometedora para enriquecer la formación de los alumnos.

Hubo un tiempo en que los presupuestos humanistas que Torralba defiende en su libro eran comúnmente aceptados, independientemente de que se llevaran a la práctica de mejor o peor modo. Hoy, sin embargo, deben enfrentarse a las dos grandes tendencias dominantes: la que propugna una creciente especialización técnica sin alma, caracterizada por la atomización del conocimiento —«sabemos cada vez más y más de menos y menos», se lamenta nuestro autor—, y la que aboga por una moralización didáctica, o adoctrinamiento, en la que apenas quepan el diálogo, la verdadera indagación o la discusión libre.

Frente a ambas dicotomías —la segunda de las cuales no se menciona expresamente, pero aparece implícita en algunos momentos— Una educación liberal aboga por reintroducir la formación moral en la enseñanza universitaria, pero desde una perspectiva abierta, dialogada y no impositiva. Estamos ante una propuesta explícitamente socrática en la que los grandes libros se nos presentan como la piedra angular de una conversación.

A los lectores de Libro sobre libro no hace falta explicarles el valor de los clásicos y su capacidad para removernos la conciencia, abrirnos horizontes, mostrarnos la complejidad de la existencia y plantearnos problemas morales complejos que no siempre se resuelven de forma complaciente o confortable.

Tales características son la base para la propuesta de Seminario de Grandes Libros, que ya se aplica con éxito en la Universidad de Navarra y en otros centros. Torralba explica que se trata de acercarse a esos textos imprescindibles (tanto antiguos como modernos) no desde una perspectiva académica convencional, sino como lanzaderas para la reflexión vital. Lo que se busca es una relación «existencial» con los libros. Y la palabra no es gratuita ni ligera, pues apela a la conveniencia de que los libros se conviertan en compañeros de fatigas de los alumnos, que los acompañen en sus búsquedas y exploraciones personales, que se peguen a la piel de su propia historia personal. Y hacer todo ello, claro está, con una guía docente que ayude a extraer lo mejor de cada libro, y que, cual partera socrática, estimule las líneas de diálogo que puedan ayudar a alcanzar el máximo provecho.

El ensayo de José María Torralba incluye una completa historia del movimiento humanístico que reivindica la inclusión en las universidades de un «core curriculum» orientado a este aprendizaje centrado en el crecimiento personal (y del que el Seminario de los Grandes Libros forma parte), así como una justificada fundamentación teórica, y el relato de la experiencia de la Universidad de Navarra, donde ejerce sus tareas docentes. También una reflexión sobre la encrucijada en la que se encuentra la Universidad en todo el mundo, sumida en una profunda crisis y desorientación, y una reflexión sobre el papel de las universidades católicas.

El lector quizás eche en falta un desarrollo más detallado sobre los aspectos prácticos de los Seminarios de Grandes Libros y, sobre todo, sugerencias acerca de obras adecuadas y posibles temas de reflexión que pueden inspirar. Hay algo de esto en el libro, desde luego, sobre todo en el capítulo que cuenta la experiencia práctica de Navarra, pero al lector le sabe a poco, aunque las referencias que se mencionan son valiosas.

Por ellas sabemos del poder de Ortega y Gasset para alertar sobre el riesgo de perder el más preciado tesoro humano, su personalidad individual, temor que expresó una estudiante tras leer La rebelión de las masas. O la capacidad de San Agustín, y su humanidad imperfecta y pecadora, para conectar con unos lectores tentados a verle como alguien muy lejano a sus vidas. «Este es como nosotros» confesó un alumno tras leer sus Confesiones, nos cuenta Torralba en su ensayo. Macbeth, de Shakespeare, se nos propone como una tramoya dramática formidable para reflexionar sobre el mal y la conciencia, mientras que Un mundo feliz, de Aldous Huxley, ofrece, entre otros temas, la posibilidad para reflexionar sobre la sexualidad: ¿es algo sólo lúdico, o tiene una dimensión más profunda?

Los grandes libros tienen, además, otra virtud importante que Torralba reivindica con pasión: frente al adanismo actual nos revelan que formamos parte de una tradición cultural, de una línea histórica de ideas, pensamientos y relatos que han dado forma a nuestra cultura y a nuestra existencia. Y nos recuerdan también que no estamos solos en la aventura de vivir. Y que, subidos a los hombros de estos gigantes que son los clásicos, podemos mirar más lejos, pensar mejor y aprender a mejor vivir.

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