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Reseñas
literarias
Eduardo Halfon

Un hijo cualquiera

por:
Pablo Velasco
Editorial
Libros del Asteroide
Año de Publicación
2022
Categorías
Sinopsis
Eduardo Halfon

Un hijo cualquiera

Tiene Fabrice Hadjadj uno de los arranques más memorables de la literatura de los últimos tiempos. En su ¿Qué es una familia? La trascendencia en paños menores (y otras consideraciones ultrasexistas) (Nuevo Inicio, 2017) afirma que «este libro no hubiera nacido sin el concurso de los que me han impedido hacerlo.[…] Menos como un obstáculo, a decir verdad, que como un dique. Para hacer que subiera el nivel de las aguas», porque su familia, tan numerosa, provoca que su obra pierda en perfección, sí, pero lo gana en verdad de vida («una verdad coja, ciertamente, no muy atractiva, pero que, a trancas y barrancas, va haciendo su camino»).

Tenía en mente estas palabras al leer la contra de Un hijo cualquiera, de Eduardo Halfon (Libros del Asteroide, 2022). En ellas, el mismo autor avisa de que las historias que componen el libro fueron escritas en los últimos cinco años, que han sido los primeros cinco años de vida de su hijo, «y aunque las historias de un escritor se le van cruzando como peatones o gatos en el camino, llevo cinco años caminando y escribiendo mientras sostengo en mi mano la mano de un hijo que entra y sale de esas historias, y que corre a esconderse en algunas de ellas, y que a veces hasta me susurra las suyas. Un hijo que, de pronto, me obligó a escribir como padre». No me digan que no es un acierto editorial una contra así de irresistible (sumado a la portada). Toda una declaración existencial: escribir mientras se sostiene la mano del hijo. ¿Y cómo hacer de otra manera que no sea esa?: «Nuestros hijos no son nuestro corazón. Nuestros hijos más bien sostienen nuestro corazón en sus manitas de niños». Nuestro corazón decae por menos de una presencia.

En apenas ciento y pico maravillosas páginas, Halfon habla desde la paternidad, recordando que uno es padre porque ha sido antes hijo. Así se iluminan otros temas como la incesante búsqueda de su identidad, el oficio de escritor, el aprendizaje como imitación, la muerte, el suicidio, la nostalgia…

En Un hijo cualquiera, su padre y su abuelo tienen un espacio considerable, y llama la atención que ni la madre de su hijo, ni su madre, ni tampoco su abuela apenas aparezcan. No se me asusten que no estamos ante un caso de Matrimoniadas de José Luis Moreno. Quizá la explicación de esta mirada esté en su primera página: «El sentimiento de maternidad es automático y primitivo, me dije a mí mismo, acaso para explicar o justificar mi ausencia inmediata de amor. Pero el sentimiento de paternidad, como escribió James Joyce en Ulises, es un misterio para el hombre». Si recuerdan, Gistau coincidía en «Del matrini al meconio».

Para Halfon también es algo nuclear cómo su oficio de escritor persiste su conciencia de deuda con los otros, de gratuidad difícil de entender en nuestra época. Insiste en el origen de la vocación de escritor. Y la palabra vocación resuena especialmente, porque el verbo «ser llamado» solo se puede conjugar en pasiva. Y uno se hace escritor porque primero es lector: «Mi ideología era esta: no había suficientes horas en el día para leer todos los libros que necesitaba leer, y no había suficientes libros en el mundo». Halfon tiene unas páginas geniales para distinguir las fases del lector: la primera fase, el lector junkie, «leer como si la literatura fuera una droga»; la segunda fase es la del lector artesano, «el lector que quiere descifrar la artesanía de la escritura»; para terminar en la fase de lector hijo de puta, «ya no me sentía obligado a leer más de unas cuántas páginas si sentía que las palabras no estaban bien pulidas».

Aprendizaje, imitación, transmisión, y todo ello sabedores como somos de nuestra naturaleza frágil, como clave existencial, «y seguimos sintiendo el baile de la marea en nuestras piernas», como cualquier hijo, como cualquier padre.

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