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Reseñas
literarias
Dante Panzeri

Fútbol: dinámica de lo impensado

por:
José María Contreras
Editorial
Capitán Swing
Año de Publicación
2011
Categorías
Sinopsis

Escrito en 1967, este manual indispensable contiene una sentencia reveladora: "este libro no sirve para nada". Para nada que tenga que ver con aprender a jugar, dirigir o describir el fútbol de forma definitiva. El desconocimiento del legado del genial periodista argentino...

Dante Panzeri

Fútbol: dinámica de lo impensado

En 2011 la editorial Capitán Swing rescataba Dinámica de lo impensado, escrito a mediados de los sesenta por el periodista argentino Dante Panzeri. Se trata de una encendida queja por el estado del fútbol y un negrísimo vaticinio sobre su futuro. Como ya ha pasado medio siglo, podemos afirmar que, en efecto, el deporte siguió aquellos derroteros que él tanto temía, pero que, en contra de lo que supuso, no solo sigue siendo un magnífico espectáculo, sino que ya podemos confirmar que si Dios nos quiso bípedos, fue para que jugáramos al fútbol.

El temor de Panzeri se fundamentaba en elementos que en la actualidad nos resultan harto familiares: profesionalismo, hinchazón técnica, hegemonía del negocio y un miedo paralizante a la derrota. Ahora, por ejemplo, raro es el chaval que no pertenece a la cantera de algún equipo, entrena tres veces por semana y es corregido con aparataje terminológico por técnicos de lo futbolístico, a los que tanta manía tenía Panzeri. Todo eso es cierto, pero también lo es que los chavales juegan cada día mejor.

En un pasaje memorable del libro, asegura que «el buen jugador de fútbol es fruto de la miseria y el bandidaje juvenil», y que conforme mejoraba la situación socioeconómica de Argentina, empeoraba su juego. Para él lo mejor del fútbol se aquilataba en los potreros —aquí descampados—, donde los niños se cincelan a base de astucia, placer e improvisación, y se lamentaba porque cada vez veía menos niños quemando horas en aquellos potreros. Hoy diríamos que el problema es otro: la chiquillería dedica más horas al FIFA que al fútbol y se pasa el día flotando en el líquido amniótico de internet. Y, de nuevo, es cierto; pero también lo es que en los terrenos de juego la genialidad no escasea y que, además, el nivel futbolístico medio, según veo como espectador y sufro como portero, ha subido. Parece que siempre estamos al borde de una pérdida que nunca llega a producirse. Con todo, hay quien diría que se ha perdido el romanticismo; yo diría más bien que se ha superado.

Eso sí, el hecho de que el análisis de Panzeri fuera más pasional que acertado, no hace que la lectura de su libro sea desaconsejable. Primero por esa misma pasión: el sufrimiento es palpable y el temor transparenta un amor que, por más que se equivoque en su tesis fundamental, alcanza tal intensidad que no puede equivocarse del todo. Segundo porque no hace falta suscribirlo todo para aplaudir alguna parte. Escribe por ejemplo: «Lo antiguo puede no ser caduco. Lo moderno puede no ser progresista»; o ese sonoro golpe en la mesa para advertir que el catenaccio no es más que el amontonarse de toda la vida; o, por último, la reivindicación de la belleza como el mejor medio de alcanzar la victoria, un medio tan legítimo que es prácticamente un fin.

Otro de los placeres de Dinámica de lo impensado es que empuja al lector a preguntarse qué opinaría Panzeri de la situación actual, así como de las varias décadas de fútbol que no pudo disfrutar en la tierra. Apenas vislumbró a Maradona porque murió cuando el genio contaba con 18 añitos. En cualquier caso, el 10, rapaz, callejero, imprevisible, improbable, habría confirmado su teoría. Pero, por no salir de la argentinidad, qué habría pensado de Messi, criado en canteras casi desde el principio y más maradoniano que el propio Diego Armando. Cuánto no habría denostado a Bilardo en favor de Menotti; qué improperios no habrían salido de su poca para calificar al cholismo.

Claro está que el fútbol de hogaño, con sus jeques, su clin-clin y su victoria a toda costa, sigue comprometido por esas dos fuerzas opuestas que ya señaló Panzeri, la del juego y la del aprovechamiento. Sin embargo, apuesto que, tras una resistencia inicial, el periodista argentino admitiría que el juego sigue vivo en nuestros días y que, pese a todo, ha acabado por abrirse paso. Incluso puede que celebrara que las defensas sean cada vez más sólidas, así será también más brillante el jugador que las horade.

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