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Reseñas
literarias
Ben Lerner

10:04

por:
Aurora Rice
Editorial
RESERVOIR BOOKS
Año de Publicación
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Sinopsis
10:04 es la nueva novela de Ben Lerner, autor que ha cosechado diversos premios y ha sido elogiado por los más destacados autores literarios del momento; John Freeman opina que Lerner es mejor estilista que Philip Roth, y Jonathan Franzen dice: «Hilarante e inteligente, una novela llena de vida». 10:04 nos presenta a un joven escritor neoyorquino que en el último año ha sufrido grandes cambios: ha conseguido un importante reconocimiento literario, le han diagnosticado una enfermedad que podría ser grave y su mejor amiga le ha pedido esperma para inseminarse. Sus dudas al respecto acaban por llevarle a mantener una fantasiosa conversación (al más puro estilo Woody Allen) con su hipotético hijo sobre la falta de sentido de ser padre en un mundo en estado terminal. Al mismo tiempo, empieza una relación sexual con una artista emergente de las artes visuales a la que le gusta que la asfixien durante el coito... También se interesa por el movimiento Ocupa Wall Street, y ofrece su casa para que los manifestantes puedan asearse. Y la vida se mezcla con la creación literaria: todas las historias, que se superponen, inciden en la percepción de la realidad, la diferencia que hay entre lo que realmente ocurre y lo que creemos que sucede. Así, el protagonista comenzará a vencer su bloqueo. El resultado final será el relato que envía a The New Yorker. Y mientras todo esto sucede, la ciudad de Nueva York está en estado de alerta por el huracán Sandy...
Ben Lerner

10:04

Un leve desquicie es la sensación que deja la grata lectura de 10:04. Ya la cita del comienzo es una declaración de intenciones: «Todo será igual que ahora, sólo que un poco distinto». El título no señala las diez en punto; el protagonista narrador (cuyo nombre no sabemos, pero sí su edad: 33) tiene una amiga, su mejor amiga, que se llama Alex, y otra con la que se acuesta, Alena; padece el síndrome de Marfan y le conceden una beca para pasarse un tiempo escribiendo recluido en Marfa (Texas). La novela transcurre entre dos huracanes (Irene y Sandy) que amenazan Nueva York (pero no llegan a cumplir del todo esa amenaza apocalíptica); la misma tecnología que sirve para observar las condiciones climáticas sirve también para medir la velocidad de la sangre arterial del narrador. «La ciudad se convertía en un solo organismo, constituyéndose en relación con una amenaza visible desde el espacio, un monstruo marino aéreo con un solo ojo en el centro, en torno al que se hinchaban tentaculares bandas de lluvia». Hay cierta fascinación por los cefalópodos: en las primeras páginas, acaba de comer pulpitos y «bromeo y no bromeo al decir que intuí una inteligencia ajena, me sentí sujeto a una sucesión de imágenes, sensaciones, recuerdos y afectos que, hablando con propiedad, no me pertenecían: la facultad de percibir luz polarizada; una conflación del gusto y el tacto al ser frotadas con sal las ventosas; un terror localizado en las extremidades, puenteando totalmente el cerebro». Desquicie, ya digo.

Juega con el tiempo. Trae a la mente al bufón del rey Lear (en medio de una memorable tormenta): «Será profecía del mago Merlín, que yo he nacido antes que él». Algo parecido dice Walter Benjamin, citado en la novela: «La tormenta lo impulsa irresistiblemente hacia un futuro al que vuelve la espalda». En sus paseos por Nueva York con Alex (hay mucho amor por la ciudad, una conexión con otros escritores que la han paseado, entre ellos Whitman), el narrador visita habitualmente el MOMA, donde su cuadro preferido es Juana de Arco, de Bastien-Lepage; su película fetiche es Regreso al futuro, que tiene parecidos con el cuadro.  Es muy consciente, plantado en la acera, de los trenes que pasan por el subsuelo, que si no me equivoco ya han servido para explicar la relatividad espacio-temporal. Acude a ver (a trozos) El reloj, película de 1,440 minutos sincronizada con la hora real. Y se traslada durante unas semanas a otro lugar, donde tienen el cielo más limpio y oscuro del país y se ven miles de estrellas y también fenómenos inexplicables. La gente que conoce en Texas está igual de levemente descolocada que la de Nueva York, incluido el narrador: será nuestro mundo entonces, que parece una imagen ligeramente desenfocada, o quizá sobreexpuesta, y produce una desazón inexplicable.

El narrador (avatar tal vez del autor Lerner) ha recibido un adelanto muy suculento para escribir una novela, pero lo que escribe al final es otra cosa distinta: «Decidí cambiar el libro que había propuesto por el que lee usted ahora, una obra que, como un poema, no es ni ficción ni no ficción». El resultado es un relato intenso, apasionante y en ocasiones, de puro sincero, desternillante.

¿Quieres que me ponga nostálgica ya?

—Podrías anticipar la nostalgia.

—Podría anhelar la nostalgia. Suspirar por el tiempo en que suspiraré por el pasado.

—Me alegro de que no estés triste—. Yo sí estaba triste.

—Y entonces en el futuro podré suspirar por el pasado en que suspiraba por el futuro en que suspiraba por el pasado.

—Vale, me alegro de que lo entiendas.

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