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Reseñas
literarias
Margaret Mitchell

Lo que el viento se llevó

por:
Nieves B. Jiménez
Editorial
Reino de Cordelia
Año de Publicación
2022
Categorías
Sinopsis
La historia de amor más fascinante jamás contada. Scarlett O'Hara vive en Tara, una gran plantación del estado sureño de Georgia, y está enamorada de Ashley Wilkes, que en breve contraerá matrimonio con Melanie Hamilton. Estamos en 1861, en los prolegómenos de la guerra de Secesión, y todos los jóvenes sureños muestran entusiasmo por entrar en combate, excepto el atractivo aventurero Rhett Butler. A Butler le gusta Scarlett, pero esta sigue enamorada de Ashley, que acaba de hacer público su compromiso con Melanie. Despechada, Scarlett acepta la propuesta de matrimonio de Charles, el hermano de Melanie, al que desprecia. Años más tardes, y como consecuencia del final de la guerra, ya viuda, Scarlett debe afrontar situaciones nuevas como el hambre, el dolor y la pérdida e instalarse en Atlanta, donde Melanie espera noticias y de Ashley y Butler aparece de nuevo...
Margaret Mitchell

Lo que el viento se llevó

No soy nada original, lo sé, pero creo que me siento en deuda con Lo que el viento se llevó. Soy una más que debe mi iniciación al cine clásico y a muchas de las horas felices de mi vida. Si aún queda alguien que no haya visto este filme (sé que algo habrán visto, me refiero a la película completa), dispónganse ya. Además del suceso histórico, la historia gira puramente alrededor de los sentimientos. Llámenme exagerada, pero gran parte de la imagen, desde el punto de vista histórico y cultural, que tenemos de Estados Unidos no sería igual sin Lo que el viento se llevó y Margarte Mitchell, como Inglaterra no «existiría» sin Shakespeare. Y aquí llegamos a lo que nos trae hoy,  a la magnífica obra de Mitchell: 810 páginas de poder de la palabra con la complicidad de las pasiones: celos, ambición, poder…

Permítanme una introducción frivolité: ¿El cine ha matado a la estrella de la literatura? Traigo a cuento, algo modificado, el título de la canción  de The Buggles, que tanto escuché en mis años mozos, porque muchos me confiesan desencajados que las versiones cinematográficas suelen  desmembrar la idea narrada por el escritor. Sí, Lo que el viento se llevó suele despertar críticas enconadas o amores indisolubles, ¡quién lo iba a decir! Hagan una rápida encuesta entre los más cercanos, seguro que les contestarán que no han leído la novela, pero sí han visto la película, «trillones de veces», tantas como las emitidas por televisión.

Otro tópico. Ya saben aquel chiste de Hitchcock: «Dos cabras están comiéndose unos rollos de película y una comenta ‘me gustó más el libro…’». Por favor, saquemos a esta joya de la literatura de los tópicos y disfrute a la hora de verla otra vez. ¡Por algo es un clásico, no se cansará de verla y seguirá descubriendo detalles que antes pasó por alto! Hagan caso a Virginia Woolf, «todas las novelas famosas estaban pidiendo ser llevadas al cine…». Yo prefiero unir así que, como dice aquel, llevar una historia al cine siempre será una prolongación del maravilloso acontecimiento que nace de unas páginas

Todo comienza una luminosa tarde de abril de 1861, el mes que comienza la guerra de Secesión americana, y ante nuestros ojos se abre una bellísima descripción de la plantación de algodón a la fresca sombra del porche de Tara. Pensarán que ya todo está dicho, pero los años no han pasado por ella. Admiro a Mitchell por ser pionera y por los valores que recoge y expone. Ahora que vivimos en un mundo que adolece de educación, quédense con la escena en la que Melania le dice a Ashley que ama Doce robles (nombre de la plantación), no sólo por ser el sitio, su casa, donde ha crecido, sino «como todo un mundo que sólo desea estar lleno de luz y belleza». Y ese es el mundo que el viento se llevó, un paraíso. Una tierra que estalla como las costuras del vestido y el corpiño que ceñía las caderas y la cintura de Scarlett O’Hara.

De repente todo salta por los aires… El tema central es el de la supervivencia. ¿Qué tiene una persona en su interior, de qué fortaleza está hecho para que ante una desgracia se abra camino y consiga superarlo? O que, inesperadamente, te des cuenta de que perseguías un ideal que, en realidad, no existía.

Margaret Mitchell se basó en las historias que le contaban los protagonistas de la guerra. Para que una obra nos entusiasme sabemos que debe contener como condición sine qua non que la acción posea algo real. No queda otra, es lo que le da consistencia a la ficción, relatan los guionistas. Así,  desenterrando periódicos de los días de la guerra, viejos diarios, recopilando charlas con vecinos y cartas de la época desarrolló una epopeya ambientada en la guerra de Secesión americana a la vez que sobre las vidas truncadas por la batalla. El efecto del terror de una guerra en un conjunto de personajes que se aman, se odian, se enamoran, se arruinan y comienzan a reconstruir sus vidas. En una palabra: sobrevivir.

Imagen vs Palabra

¡Qué riqueza en el lenguaje! Conmueven y apasionan los recursos con que mantiene al lector en permanente estado de estupor así como aquellos que hablan del misterio del amor. Ver que el cine nos muestra tal y como imaginábamos, página tras página, a esa muchacha resuelta que es Escarlata, tan independiente, sus maravillosos ojos, sus manos, así como al sinvergüenza, jugador y cínico Rhett Butler, entusiasma. Cuánta razón, querida Woolf. Sumérjase, pues, en la palabra de Mitchell, en la atmósfera cargada, el texto con cero mutilaciones que se alzó con el premio Pulitzer y que en la edición de Cordelia traduce magníficamente Susana Carral.

Por algo José Luis Garci, al salir del cine le dijo a su padre que aquellos colores eran más bonitos que el arco iris. Ese tecnicolor traduce los sentimientos que manan de la pluma de Mitchell. Miren las ilustraciones de Fernando Vicente, hace honor a esa magia de la imagen. Fernando Vicente, uno de los más destacados ilustradores españoles, transmite todo lo que nuestra memoria ha guardado, un retrato evocador sobre la vida en Tara. Qué importante es la capacidad narradora de un dibujo. Fíjense en ese rojo potente del cielo de Tara, tan vivo que te transmite aquella sensación ardiente. Admiren la ilustración y ya me contarán. ¿Quién no se sigue estremeciendo en su asiento ante esa fuerza del cielo encarnado?

La novela sobrevive

Por supuesto, me sigo riendo cada vez que algún iluminado sigue afirmando aquello de «la novela ha muerto». Como dice Miqui Otero en un acertado artículo, «a la novela se le ha intentado dar muerte con dagas doradas, ballestas de roble, saetas olvidadas, revólveres colt 45, balas de plata y ahí sigue, vivita y coleando», y sólo se me ocurre cantar aquello de Peret, «que no estaba muerta estaba tomando cañas, lerelerele…», si no ya me explicarán cómo puede ser que desde que tengo la novela en casa ya me la han quitado de las manos familiares cercanos,  un primo que pasaba por aquí, una amiga que ya le echó el ojo mientras hablábamos por Zoom y un sobrino que, desde aquí te lo digo, devuélvemela antes de volver a París. 

Reino de Cordelia publica, con el buen gusto que le caracteriza, esta nueva edición de una belleza, tanto en el fondo como en la forma, conmovedoras. Ya les digo que para ser una obra que muchos pensarían permanecería en la estantería cubierta de polvo, materia y volumen de más de 800 páginas, ya les adelanto que ese exceso no es tal. Contiene todos los calados del alma humana, las luces y las sombras en toda su complejidad, el modo en que narra, los tonos… Abran cualquiera de sus páginas al azar. Dentro de esas desgraciadas y tormentosas vivencias, Mitchell se las compone magistralmente para erigir una de las novelas de amor y supervivencia más hermosa, dolorosa, intensa y necesaria que nos ha regalado la historia de la literatura.

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