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Reseñas
literarias

La mesa católica

por:
Esperanza Ruiz
Editorial
CEU Ediciones
Año de Publicación
2021
Categorías
Sinopsis
Éste es un libro dirigido a mostrar la dignidad de los alimentos y la comida desde una perspectiva católica y, por lo tanto, alegre, disfrutona de la vida y esperanzada en cuanto a la Mesa Celestial que nos aguarda, en línea con la Teología del Cuerpo y una visión sacramental del mundo. Este texto tiene algo para ti, tanto si eres un gourmet o un inapetente, si estás obsesionado con la báscula o pasas de ella, si eres un cocinillas o un absoluto negado para los fogones (y eres el que friegas o recoges), si eres tú quien invita a casa o vas a comer a casa de otros: Un recorrido desde el Antiguo al Nuevo Testamento que muestra cómo la comida es un símbolo potente que «avisa» de la Eucaristía, desde el Edén hasta el Éxodo, pasando por los profetas y llegando a la Última Cena. La comida como un signo, también, de nuestra interdependencia (tú cultivas, el de más allá cría cerdos, otro hace vino o cerveza, un tercero lo vende, él cocina y tú compartes tu mesa, etc.) Cómo ejercitar las virtudes teologales y cardinales al comer (y por qué hacerlo sirve mucho más que cualquier dieta). Cómo crear comunidad en torno a una mesa. La importancia de la comida familiar y comer con otros (frente a comer con el móvil, la tele puesta o en el sofá, como en la series yanquis).  Por qué invitar a casa no es cuestión de tener ni la casa perfecta ni de epatar con platos dignos de Masterchef: va de querer a la gente y que se sienta acogida y querida (y es signo de la Mesa Celestial que nos espera). Qué es eso del «ayuno» (frente al ayuno como estrategia de adelgazamiento o «desintoxicación », etc.) y por qué la lglesia Católica nos pide que ayunemos a los católicos. Por qué «santificar las fiestas» ?sí, también comiendo de modo especial en la medida de nuestras posibilidades, con comida? y bebida y una mesa un poco mejor puesta es importante (una parte que muchos hispanos la entenderán perfectamente). Y mil historias que te harán sonreír: milagros culinarios insólitos (pollos que vuelan, despensas que se reponen generosamente), anécdotas de santos que tienen que ver con la comida (San Antón, patrón de los carniceros y a quien se representa siempre con un cerdo vivió como un vegano toda su vida).

La mesa católica

En el mundo anglosajón está muy extendido el concepto de “comfort food”. Parece ser que surge en los 70 en Estados Unidos –hay recogidas unas declaraciones de la actriz Liza Minelli al respecto- y en la actualidad, 50 años después, el universo de la comida reconfortante es tendencia en blogs especializados, libros de fotografías culinarias, redes sociales y restaurantes. La comida reconfortante combate el estrés emocional en tanto que evoca lugares seguros, la niñez o la mesa familiar. Eventos traumáticos como la guerra de Vietnam o la crisis del petróleo incentivaron que los estadounidenses buscaran refugio en la comida casera. En la sopa de pollo o los huevos escalfados.
La mesa católica es a la literatura lo que la comida reconfortante a la cocina. Podríamos decir que se trata de un “comfort book”, un libro que hace sentir en casa o, en su caso, añorar un hogar. Una vuelta a los orígenes, a la comunidad, a la amistad y a la familia. A la celebración que prescinde de la tensión intelectual en su preparación, pero no estética; de las florituras y de la alquimia en la cocina para ceder protagonismo a la materia prima y a las manos que la prepararon o manufacturaron. Reivindica alimentos que no conocen el nitrógeno líquido (ni falta que les hace) y preparaciones dignas de una venta, con un descampado por aparcamiento, en la que el camarero garabatea la cuenta en el mantel de papel.
Y con todo, la virtud de la obra de Emily Stimpson Chapman es que resulta tremendamente poliédrica. La autora comparte su camino de recuperación como afectada por un trastorno en la conducta alimentaria, pero el libro resultará igualmente útil si no se padece anorexia o bulimia. La declaración de intenciones en el título, que no elude la apostilla de “católica”, es pertinente, pero su lectura puede ser tan universal como el adjetivo.
La tesis que Chapman pone en el centro es la siguiente: Hay que dejar de ver la comida como modernistas y empezar a verla como católicos. Los alimentos son testimonio del amor y la generosidad de Dios y nutren el cuerpo, que es templo.
Nunca antes había leído al respecto, pero, por lo visto, aunque escasas, hay lecturas recomendables que tratan la comida desde un prisma sacramental. La autora recomienda textos para ahondar en la visión sacramental del mundo citando a Chesterton, Bernanos o C.S. Lewis y otros directamente relacionados con la comida y la fe como La cena del cordero de Scott Hahn, el divertido Drinking with the Saints: The Sinners Guide to a Holy Happy Hour de Michael Foley o la Teología del Cuerpo de Juan Pablo II.
“Debemos agradecer a Dios por la cerveza y por el borgoña evitando abusar de ellos”. En efecto, Emily ha leído a Chesterton y, de algún modo, convierte en leitmotiv de La mesa católica su sentencia. De una manera mucho más asequible que la bibliografía teológica consultada, tiene éxito en trasladarnos reflexiones que puede que nunca antes nos hayamos hecho con relación a la comida.
Como ya he adelantado, la autora padeció anorexia y trastorno por atracones durante 6 años de su vida. El inicio de su recuperación –que fue un largo y tortuoso camino- tuvo lugar por una especie de epifanía cuando regresaba de comulgar: la comida como parte de la obra de Dios, como signo de comunidad, como regalo del que disfrutar y con el que celebrar, como vehículo de alegría y no de tortura o sufrimiento.

La visión que desarrolla cambia el foco y abre la puerta a repensar la relación con la alimentación que en nuestra sociedad no deja de ser un asunto espinoso. Pocos son los que no viven pendientes de ella en alguna de sus derivadas: la báscula, los transgénicos, los carbohidratos, los productos gourmet, las grasas trans, la talla o el último restaurante de moda. Desde los padres del desierto en el Antiguo Testamento hasta la Última Cena y pasando por anécdotas de santos, Chapman desentraña el sentido del ayuno y de la celebración y ayuda a configurar una actitud de gratitud hacia la comida y todo lo que la rodea -como recibir en casa-, despojándola de estigmas. ¿Habían pensado alguna vez que un plato de macarrones con queso puede ir a favor de santidad?
El asunto, pues, abordado desde una perspectiva espiritual y haciendo un recorrido histórico a través de las Escrituras, tiene un amplio perfil de lectores al que beneficiar: aporta un punto de vista desde el que repensar un asunto cotidiano y, en ocasiones, problemático, y lo hace con gran sentido del humor y de una manera entrañable, teológicamente fundamentada y… ¡compartiendo recetas! Además de inspiradores excursos que salpican el libro con pautas, consejos, o reflexiones de santos y de escritores.

La traductora de la obra, Aurora Pimentel, comenta que las recetas son muy del gusto yanqui. Ella, además de haber hecho un magnífico trabajo con La mesa católica, es una habilidosa cocinera de lo nuestro. Una gran especialista en comida castiza, de toda la vida -nuestra comfort food- y una entusiasta dando su propio toque a platos tradicionales, así que no me extraña que los grandes éxitos de Emily Stimpson Chapman le parezcan un juego de niños (en el libro proporciona una receta con trucos para su elaboración al final de cada capítulo). Pero yo, que me identifico con las americanas que en las películas comen litros de helados por la noche, estoy encantada con el derroche de carbohidratos, grasas y bebidas espirituosas de Emily. No veo el momento de preparar su lomo de cerdo con salsa de bourbon o su risotto caprese.
Puede que Aurora se refiera a que Emily y su marido son fanáticos de las coles de Bruselas. Que no les despiste esta anomalía en las papilas gustativas: Chapman ha escrito un libro católico con vocación verdaderamente universal. De los que dan ganas, tras finalizarlo, de organizar una cena para veinte y de correr a una iglesia. De disfrutar del menú del día y de rezar para que en el cielo haya tarta de queso y ginebra.

Emily Stimpson Chapman: www.thecatholictable.com

Temática
Comida y fe
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