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Reseñas
literarias
Thomas Savage

El poder del perro

por:
Aurora Rice
Editorial
Alianza
Año de Publicación
2021
Categorías
Sinopsis
Montana, 1924. Phil y George son hermanos y socios, copropietarios del rancho más grande del valle. Cabalgan juntos, transportando miles de cabezas de ganado, y siguen durmiendo en la habitación que habían tenido de niños, en las mismas camas de bronce. Phil es alto y anguloso, George rechoncho e imperturbable. Phil es una lumbrera y podía haber sido cualquier cosa que se propusiera, George es tranquilo y no tiene aficiones. A Phil le gusta provocar, George carece de sentido del humor, pero tiene ganas de amar y de ser amado. Cuando George se casa con Rose, una joven viuda de porte orgulloso y sonrisa rápida, y la trae a vivir a la hacienda, Phil comienza una campaña implacable para destruirla. Pero los más débiles no siempre son quienes uno cree.
Thomas Savage

El poder del perro

Hay que agradecerle a Jane Campion que, con su magnífica película, haya contribuido a resucitar El poder del perro, de Thomas Savage, escrita en 1967 y recibida con buenas críticas, pero que no había tenido demasiado éxito de ventas. Una novela tan estupenda merecía otra oportunidad. No voy a entrar en si es mejor el libro que la película: como siempre, la película no trata un montón de cosas que se tratan en el libro; pero por otra parte tiene sus propios aciertos, acertadísimos.

El título es del Salmo 22: «Mas tú, Jehová, no te alejes; fortaleza mía, apresúrate a socorrerme. Libra de la espada mi alma, del poder del perro mi vida». Visto el título, el lector se pregunta quién o qué será el perro. El primer párrafo tira para atrás, con toda la intención, pero merece la pena perseverar. En sólo unas pocas líneas más, con qué maestría nos presenta Savage a los personajes, con qué austeridad crea el ambiente y nos muestra ya un elemento que será —el lector atento lo recordará— en el desenlace.

Es el año 1925, y estamos donde nace río Misuri: en el centro del cuadrante noroeste, en el estado de Montana, pero cerca de Idaho, de Utah, de Wyoming, estados todos que hace apenas treinta años que pertenecen a la Unión. Es un paisaje hostil, pardo y seco, muy diferente de la Montana verde y dulce de Leyendas de pasión o El hombre que susurraba a los caballos. El personaje que domina la historia es Phil, estampa perfecta del hombre de las grandes extensiones del Oeste americano —y que ahora tendrá siempre el rostro de Benedict Cumberbatch. Se relaciona bien con los demás hombres, pero es cruel con los suyos. No le gustan las novedades. No le interesa ir al cine ni aprender a conducir un automóvil. Intelectual, músico autodidacta, hábil con las manos y con un altísimo umbral para el sufrimiento físico: es el único que no usa guantes para nada, y cuando se baña —poco— es en una charca donde a veces tiene que romper el hielo. Es de pocas palabras. No se enfrenta, sino que se encierra para tocar el banjo y deja que su ausencia hable por él. Ejerce un poder psicológico, insidioso y cruel que se manifiesta en la humillación del otro, volviendo así al Salmo 22: «Mas yo soy gusano, y no hombre…». Phil quema las flores de papel que hace Peter para su madre. Toca con maestría al banjo las melodías que Rose toca regular al piano. A su hermano le dice Gordo. Tiene la habilidad de poner el dedo en los defectos de los demás para humillarlos, para que se cuestionen su valía y se sientan como gusanos. Es malo, carismático, fascinante; y tiene un secreto. A sus cuarenta años, oculta su vulnerabilidad bajo un caparazón de sudor y crueldad. «A veces le entraban ganas de contar toda la historia. Por eso odiaba el alcohol: le daba miedo, miedo de lo que podría largar».

Su hermano George sirve de contrapunto, y para introducir en la casa a dos extraños: se casa con la dulce viuda Rose («cuando levantaba la vista de lo que estuviera haciendo, siempre sonreía»), que trae consigo a su hijo adolescente, Peter, «distante como un místico», intelectual, hábil con las manos. Ya está servido el necesario conflicto, reflejo de otro contraste mayor entre la promesa y la hostilidad del salvaje Oeste.

Nos preguntábamos, al empezar el libro, quién o qué sería el perro del título; cada vez que creemos saberlo, resulta que tenemos que volver a planteárnoslo. Hay un personaje importante que no está, porque ya murió; hay un perro que «sólo está si lo ves».

El hueco en sí se había convertido en una arboleda sagrada, la charca en un lugar de abluciones; sólo allí desnudaba y lavaba su cuerpo. El lugar era un tesoro que jamás debía ser profanado por otra presencia humana. Por suerte, sólo era accesible por un pasaje único a través de los sauces, tan cerrado que había que agacharse y reptar. En el mundo entero, sólo este lugar pertenecía únicamente a Phil. No era mucho pedir, ¿no? Incluso ahora que era adulto, nunca lo abandonaba sin una sensación de inocencia y pureza; tras la breve comunión consigo mismo en ese sitio, su paso era más ligero y silbaba con la alegría de un chaval.

¿Qué dicen del libro?

The New Yorker

«Thomas Savage es un escritor de primer orden, y domina el arte supremo de la novela: la capacidad de iluminar y conmover.»

New York Times Book Review

«Una voz maravillosa que merece ser redescubierta.»

Publisher\\\'s Weekly

«Una novela tensa y poderosa.»

Jane Campion

«El poder del perro es una novela sublime, digna de ser recreada en la gran pantalla.»

Annie Proulx

«Una obra de arte de la literatura.»

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