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Reseñas
literarias
Juan Vilá

1980

por:
Andrés Rojo
Editorial
Anagrama
Año de Publicación
2020
Categorías
Sinopsis
1980: el año en que el narrador de esta novela conoció a su nuevo padre. Una declaración de amor filial y un ajuste de cuentas con el pasado y la historia familiar.á 1980 es la historia de una familia como todas, o casi todas: tarada. Es decir, normal. Aquí no hay abusos sexuales ni palizas. Hay mujeres poderosas, quiza? demasiado, y hay hombres muertos, oá ausentes. Hay una madre progre en el Madrid de finales de los setenta, que escucha a María Jiménez y juega con la posibilidad de atropellar a Manuel Fraga, que se queda viuda de pronto y descubre la libertad, pero tiene que sacar a sus tres hijos adelante. Hay también una abuela brutal que se hace cargo de esos niños y presume siempre de haber amortajado a su hermano con solo dieciséis años. Y hay un elegante burgués catala?n. Aparece una tarde o una noche de 1980, con sus sombras y sus secretos a cuestas, y acabara? cambiando la vida de todos. De forma muy especial, la del narrador, un niño cobarde y furioso. Muchos años después, sera? él quien escriba, a ratos desde la ternura y a ratos desde la violencia, esta novela, que aspira a ser una declaración de amor filial y un ajuste de cuentas, también una reflexión sobre la familia y sobre el peso que la infancia tiene en el resto de nuestras vidas.
Juan Vilá

1980

En una célebre litografía de M. C. Escher se puede observar una escalera imposible en la que los monjes que caminan en el exterior de la misma ascienden eternamente los mismos peldaños que los monjes del interior descienden ad nauseam. Esta paradoja visual puede ayudar a comprender la estructura íntima que vertebra los pensamientos, sentimientos, reflexiones, desahogos, recuerdos de cosas que pasaron, imaginaciones de como debían haber pasado, intuiciones, tormentos, diatribas, acusaciones y autoacusaciones del narrador de «1980» de Juan Vilá, la novela más relevante de las publicadas en castellano en 2020.

A lo largo de sus páginas, la voz que va descifrando ese laberinto interior que es «1980» describe, en primera persona y sin tapujos, la espantosa muerte de su primer padre, la aparición luminosa del segundo y el pasado de un clan familiar que hunde sus raíces en la misma materia que alimentó al mejor Galdós, ese que parece surrealista sin serlo en absoluto. Sobre los personajes femeninos no diremos nada. Son literalmente indescriptibles.

¿Es el texto de Vilá una ascensión, una huida hacia la luz sin piedad? ¿O una lista de agravios cerrada en sí misma pero salpimentada de cariño y verdad? La configuración del texto permite las dos interpretaciones, algo que hace inevitable pensar en Á rebours de J. -K Huysmans, el misterioso librito amarillo que enloquece a Dorian Gray, el mismo que situó a su autor ante la disyuntiva de elegir entre «el cañón de una pistola o la Cruz», en palabras de su admirado Barbey d’Aurevilly.

Da igual. Cansados del enésimo análisis intratextual -trampa que juramos evitar- afirmamos: da igual. Lo que no da igual, lo que importa, es que el libro sea tan deliciosamente legible, tan interesante, tan en las antípodas de lo engolado, tan auténtico, en fin, en un siglo y en un Reino que ostenta como uno de sus signos más claros de decadencia final la irremediable, la omnipresente dictadura del tedio, la emboscada perfecta del coñazo de los innumerables hijos ilegítimos de «Volverás a Región». «1980» rompe con la nefasta tendencia y basta leerlo de corrido para que apetezca reeleerlo inmediatamente. «1980»opera en la mente como uno de esos relámpagos en mitad de la noche que lo ilumina todo durante unas décimas de segundo, un fogonazo que imprime la realidad que nos rodea -que nos rodeó a los que nacimos en aquello años- en las adormecidas retinas de nuestra alma.

La concatenación de ideas y pensamientos que Vilá nos ofrece gravita, como se apuntó, entre el rencor y el cariño, entre la rabia y la misericordia, entre la cobardía reconocida y la valentía evidente; pero prueba de su verdad de fondo es que no deja fuera del lienzo lo cómico con momentos en verdad memoriales como este: «Mi madre y mi padre lo tenían todo preparado [para su boda]: la cita ante el juez , los testigos, y los billetes de avión para marcharse esa misma noche de luna de miel a Venecia. ¿Existe algo más romántico? Sí, la lucha de la clase obrera».

En verdad solo puede hacérsele a «1980» un reproche grave y es el de su brevedad. Acaba abrupta, casi cruelmente, tras 167 páginas dejando al lector con ganas de más y la frases finales suenan un poco al «basta» de Dostoyevski al final de «Crimen y castigo». ¿Sabremos cómo le fue la universidad y el amor al Raskólnikov madrileño de los 80 que protagoniza el libro? Es de esperar que sí. Mientras, nos queda la duda de hasta qué punto es fiable el proustiano narrador de la novela, hasta que punto nos podemos fiar de su versión de los escabrosos y luminosos episodios que describe con la apasionada exactitud de un cirujano de la memoria. Nos inclinamos a pensar que todo es «verídico» o que «sucedió así». Otra cuestión es la «mentira» o «verdad» interior de lo que se cuenta porque estos dos conceptos son como dos planetas que giran desordenadamente uno alrededor del otro, se persiguen sin encontrarse y evolucionan eternamente como los monjes de Escher, es decir, sin un sentido claro hasta que se les otorga con la libertad. ¿Cuál será el desenlace? ¿Caerá la pelota de tenis de este lado o del otro en este «Match Point» de Vilá? ¿Ascienden los monjes o descienden? Sea cual sea la respuesta puede uno estar seguro de que habrá mucha sangre por el camino. Pero hay algo que invita a pensar que todo acabará bien. La urdimbre de «1980» posee un paralelismo con cierto rasgo de la urdimbre del mundo: poco a poco la luz se hace paso.

 

Temática:
Autobiografía descarnada
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Dónde leerlo:
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