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Creo que alguna vez he dicho que veía un vídeo «en bucle» como manera de ponderarlo, pero sin verlo en bucle realmente, sino dos o tres veces. Con éste, que puso el otro día en Twitter monseñor Munilla, me ha pasado literalmente. Ya no encuentro a nadie más a quien enseñárselo en casa, en el trabajo o en mis chats de whastsapp. Por eso lo traigo aquí.
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Por supuesto, me encanta la responsabilidad que este vídeo nos echa encima a todos los padres del mundo. Eso advertía monseñor Munilla. Sobre eso, asumiéndolo, quiero hacer una reflexión girardiana muy mía. En este vídeo se ve perfectamente la naturaleza imitativa del hombre.
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El niño atiende al partido con idéntica concentración nerviosa que su padre. Pero cuando Ronaldo marca el gol, como está viendo la tele, se fija en la celebración de todos los jugadores del equipo que ha ganado, y probablemente en la euforia de la hinchada. Y levanta los brazos como ellos. Sin embargo, al ver a su padre desolado por el rabillo del ojo, escoge la desolación.
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Esto es importantísimo, porque prefiere sufrir con su padre que celebrarlo con la tele. Escoge el bando perdedor, porque es el suyo. Poca broma ahí. Y todavía más. Escoge el bando minoritario. No imita a la masa, sino al amor (paterno). Si el padre no hubiese estado viendo la televisión con él, se habría puesto loco de alegría con la tele, tan democráticamente.
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Cuando damos ejemplo, damos un antídoto, además. Paradójicamente, enseñamos soledad y resistencia. Amor, siempre.
