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LO LEÍDO
y lo liado
un blog de enrique garcía-maiquez

Euforismos

Beatriz Manjón me ha dado un título. Dice que mis aforismos deberían llamarse euforismos. Me entusiasma. ¡Mil gracias! No es el primer regalo que me hace. El más grande tiene que ver con la poesía. Luego, me río muchísimo con sus chispeantes artículos. Y, last but not least, le regalé su novela a mi queridísima cuñada Cris Castany y le encantó. Suceso impagable.

Dar nombre a mis aforismos no es poca cosa. Como los aforismos se la juegan en las distancias cortas, es esencial que muestren rápido una voz personal, y con un nombre propio se avisa y eso ayuda. Yo ya le di varias vueltas a un nombre para los míos, y le di vueltas a «chinchetas», que tenía cierta gracia, pero no lo clavaba. No estaba a la altura de los nombres de los maestros, sobre todo porque tenía un sesgo muy metaliterario y no remitía tanto el espíritu. Entonces repasé los siguientes:  Ramón llamó a los suyos greguerías; Mario Quintana, quintanares; Sánchez Ferlosio, pecios; Nietszche, flechas; Ramón Eder, ironías; José Mateos, divinanzas; Enrique Baltanás, volaterías… Dos aciertos últimos son, como explicaré, los istmos de Ricardo Calleja, y los titubeos de Julio Llorente, por razones prácticamente opuestas. Un lector atentísimo en los dos sentidos añade: «faltan los «Cohetes (Fusées)» de Baudelaire, los «Escolios» de Nicolás Gómez Dávila, las «Voces» de Porchia, los «Pensamientos despeinados» (en francés «Pensées échevelées», en inglés «Unkempt thoughts») del gran Stanisław Jerzy Lec (uno de los mejores aforistas europeos del siglo XX), los «Sinlogismos» de Sofocleto (pseudónimo del peruano Luis Felipe Angell), y alguno más que no recuerdo ahora». Aprovecho su empujón para buscar los sinlogismos, que no los conozco, y para añadir los aerolitos de Carlos Edmundo de Ory.

Mientras tanto, yo estoy eufórico con mis euforismos. Olé.

(No se me escapa que este título y este carisma –digamos– tienen sus peligros. Discutíamos ahora en la comida, Quique y yo contra Leonor y Carmen. Ésta, exasperada, nos ha dicho: «¡Sois tan optimistas que parece ficción!»

(No se me escapa, pero es un riesgo que me divierte.))

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