X
LO LEÍDO
y lo liado
un blog de enrique garcía-maiquez

Contracorriente

Leo mientras mi hija Carmen y sus amigas charlan en el jardín. En general, trato de no estar atento a sus conversaciones, pero como están tirando —todo hay que decirlo— con mi escopeta de plomillos, algo vigilante sí que ando. Una de las niñas se mete con Carmen y sus gafas. Aguzo las orejas como el padre helicóptero que soy. Y entonces ocurre la maravilla. Carmen contesta: «Como me pasé un año en que necesitaba gafas y no lo sabíamos, pero yo no veía, ahora veo mejor y más bonito que nadie».

Ea. Bendita la rama que al tronco sale.

*

He pasado la mañana haciendo gestiones administrativas. No hay nada que odie más; pero a la vez no hay nada que me dé más felicidad hacer. Supongo que san Jorge, cuando alanceó al dragón, sintió lo mismo, salvando las distancias.

Doy cabezadas de asentimiento ante Carmela Niembro.

*

Escribe Carlos Edmundo de Ory: «Sólo decir «yo» me mata de risa».

Escribo al margen: «Con sólo decir «tú» muero de amor».

*

Te contaré

toda mi vida: haremos

con ella un haiku.

(No será poca cosa.

Será el contraepitafio.)

*

Doy más cabezadas de asentimiento —aunque con sentimiento— a este artículo de Gonzalo Núñez. El amor de verano ha muerto, quizá de éxito, pero del todo. Claro que, ya puesto a asentir, también lo hago con esta cita maravillosa: «No es el amor el que complica la vida, sino la incertidumbre del amor». Y entonces pienso que todavía queda, a contracorriente, un amor posible. El conyugal, que resiste a Ryanair, a WhatsApp y hasta a la cocina sin recoger (deslizo aquí en modo apologético). El amor de verano ha muerto…, ¡viva el amor perennifolio, incluso en verano!

También te puede interesar