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Cinco regalos de Reyes

¿Busca un regalo de última hora para que lo entreguen a tiempo Sus Majestades de Oriente? Estos cinco libros son lecturas ágiles y sustanciosas con las que los Reyes no se equivocarán. Un clásico recuperado de las letras británicas y cuatro libros de género —un western, una novela negra, una de espías y un thriller de aventuras— que tienen algo en común: son antídotos fiables contra el aburrimiento.

1. Adiós, señor Chips, de James Hilton

Lo encontré hace muchos años en la Cuesta de Moyano, en una versión vieja, y lo he releído, casi de una sentada, en la excelente edición de Trotalibros. A primera vista, la historia del señor Chippings, Mr. Chips, un anónimo profesor de latín y griego en un colegio británico, no tiene nada de excepcional. Pero su vida sencilla, llena de baches, está llena de trabajo duro, lealtad, amor y humor. Un personaje redondo, de los que se quedan mucho tiempo en la memoria. Un George Bailey de las aulas, de esos que impiden que el mundo que los rodea se convierta en Pottersville.

La reedición del libro, además, es una buena excusa para revisitar las dos versiones de la historia en cine: la de 1939 —mi favorita— y la de 1969 —un musical—. Qué raro, eso sí, que ninguna de las dos esté dirigida por Frank Capra.

2. Valor de ley, de Charles Porter

Otro libro con dos versiones cinematográficas potentes —la de 1969, con John Wayne, y la 2010, dirigida por los hermanos Coen—. Publicado por primera vez, por entregas, en el Saturday Evening Post, como tantas obras maestras, Valor de ley es un western original, narrado desde el punto de vista de una muchacha de catorce años decidida a vengar la muerte de su padre. Para lograrlo, se aliará con el temible alguacil Rooster Cogburn, un agente de la ley tuerto, borracho y con fama de gatillo fácil. Su viaje al territorio indio en busca del asesino se convertirá en una aventura fascinante.

El gran hallazgo de la novela es el personaje de la adolescente Mattie Ross, que se ha comparado, y creo que sin exageración, con Huckleberry Finn por su influencia en la literatura estadounidense. Al terminar el libro cuesta sacarse de la cabeza su voz, original y creíble. Haber visto alguna de las películas, o las dos, por cierto, no es una excusa válida para no ponerse con la novela: la narración, de verdad, lo merece. Por cierto, aunque yo no soy partidario de cambiar títulos ya consolidados, el original (True grit) lo habría traducido por Agallas.

3. El alma de los espías, de Pablo Zarrabeitia

Confieso que me acerqué a la obra de Pablo Zarrabeitia con algo de temor: cuando un narrador sabe mucho sobre un tema —y Zarrabeitia sabe mucho, y de primera mano, sobre el mundo de la inteligencia, en el que trabaja desde hace años—, existe el riesgo de que convierta la novela en un expositor de conocimientos. Que construya una trama débil y forzada para encajar con calzador los escenarios y peripecias que domina. El resultado suele ser tan elocuente como aburrido. Desde luego, Zarrabeitia no cae en esa tentación. El alma de los espías es una auténtica novela, con una trama ágil, unos personajes creíbles y una densidad narrativa que lo acerca a los clásicos británicos del género. Utiliza muchos retazos de realidad —el trabajo de los peones del CNI, la relación entre las grandes agencias de espionaje, el escenario geopolítico…—, pero siempre al servicio de una historia que engancha al lector sin necesidad de trucos.

Todo empieza en Moscú, cuando un valioso activo del CNI aparece asesinado. Es la tercera fuente que cae en pocos meses. Las alertas se disparan en la Casa: huele a topo. Marcos, un agente veterano, y Helena, una novata, se deslizarán por un tobogán de mentiras, traiciones, giros y sorpresas que los llevarán a miles de kilómetros de su sede. Y todo ello, claro, sin perder el alma.

4. Huntington Beach, de Kem Nunn

La novela negra con la que más disfruté en 2022 es surfera, ochentera y californiana. En Huntington Beach ya no suenan los Beach Boys —ahora se lleva el punk— y los surferos y los moteros se divierten surcando las olas o las harleys, respectivamente. Hay chicas peligrosas, bandas, peleas, muchas drogas, negocios turbios.

Un entorno nada recomendable para Ike, un jovencísimo redneck que jamás se ha subido a una tabla y que llega a California con una complicada misión: encontrar a su hermana desaparecida. En su búsqueda se cruzará con Preston Marsh, juguete roto de la era dorada del surf, veterano de Vietnam y un tipo lleno de secretos que será su primer guía de la ciudad costera. Todo está envuelto en intriga, con un punto de sordidez que contrasta con la espuma y el sol —se recomienda usar protector solar antes de abrir la novela, por si acaso—.

5. Huesos olvidados, de Douglas Preston y Lincoln Child

El primer libro de la prometedora serie de Nora Kelly —personaje bien conocido por los lectores de Preston y Child, que se estrenó en La ciudad sagrada— ofrece justo lo que se espera de sus autores: entretenimiento ligero, mucho ritmo, misterio, aventuras y un punto de curiosidad científica. Un thriller de evasión —¿hay algo de malo en evadirse?— muy logrado.

La trama parte de un suceso real: la historia de la enigmática Expedición Donner, el desastroso viaje de unos pioneros del Oeste que se vieron atrapados en las montañas de California, sorprendidos por la nieve. Los pocos que sobrevivieron lo hicieron gracias al canibalismo. Aquí arranca la ficción: la joven arqueóloga Kelly dirigirá una excavación para localizar los restos de un campamento perdido, que esconde, parece, un lucrativo secreto. Por supuesto, como suele suceder en estos libros, todo se complica: en la búsqueda se cruzarán una agente novata del FBI y un rival en la sombra que muestra un inusitado interés por los hallazgos.

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