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LO LEÍDO
y lo liado
un blog de enrique garcía-maiquez

Punto de inflexión

Como la mañana la he dedicado a hacer papeleos del instituto, programaciones, facturas y revisar el banco, estaba siendo una mañana penosa. Al final de misa de una, al despedirse, el sacerdote ha dicho: «Seguid disfrutando el día que Dios os ha regalado». No tengo dudas del regalo, pero tampoco de que hasta ese momento no lo había disfrutado nada. Salí de misa rezando el acto penitencial, un círculo perfecto.

Círculo y punto de inflexión. En el buzón había nueve libros, nueve. Luego, cuando los veo uno a uno, me alegro mucho más. El lector sólo sabe contar hasta uno. Pero en bulto y con mi falta de tiempo, temblé. Por fortuna, me había propuesto el gozo. El primer libro, es un tesoro de inteligencia, de amistad y de nostalgia. Luego, celebré que uno de los envíos sea repetido, así podré hacer un buen regalo doble: a un lector un buen libro, y el libro a un buen lector. Los tres ganamos. Otro libro ya me lo había leído en versión manuscrita, uno menos. Encima es muy bueno, así que me alegro de que haya encontrado su editorial. Qué bien. El regalo del día; los regalos del día.

Me abalanzo sobre los aforismos de Ramón Eder traducidos al portugués. Cuando uno ha leído mucho a alguien, hacerlo en otro idioma aporta unos granos de novedad que vienen de lujo. Ha sido una idea estupenda. Dice Eder: «O aforismo deve imitar as estrellas, que parecendo minúsculas, são enormes». Y no puedo dejar de recordar que para Hemingway una novela tiene que ser como un iceberg, con un décimo a la vista y el resto sumergido. Qué superioridad la del aforismo sobre la novela. El aforismo se deja ver entero, es más pequeño, es más alto y no amenaza.

Para reafirmar mi intuición, el prologuista dice que el microcuento de Monterroso: «Cuando se despertó, el dinosaurio todavía estaba allí» tiene las mismas características narrativas del siguiente aforismo de Ramón Eder: «Olharam-se e tiveram una menina». Ja. Ja. Qué más quisiera el dinosaurio. En el aforismo de Eder está la sorpresa, el amor, la sensualidad, el paso del tiempo y una niña, que es algo más grande que el dinosaurio. Recuerdo aquella canción sobre mirarse, de propina.

El día empieza a ir de lujo, y además me tengo que ir al IES, pero, gracias a Dios, a dar clases, no a hacer papeles.

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