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Las 19:30 y ya lo he hecho todo: he cenado y he ido a misa. Los niños tienen planes diversos. Leonor va sola a una excursión con amigos veraneantes a los que les dije que yo, aunque estoy también en el Puerto, no estoy de vacaciones. Lo han entendido con muy buen ánimo. Al fin y al cabo, se llevan lo mejor de la casa. Y yo me quedo con siete horas por delante para trabajar y leer. En cada hora, un poco de un libro y un poco de trabajo. En cada cambio de guardia vendré aquí a contar como ha ido. En la primera hora, leer La tarea del héroe, de Fernando Savater y afinar la conferencia del jueves. Vamos.
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Me he quedado atascado en lo que tenía que hacer en la primera hora y van ya más de dos. Por la ventana se oye una fiesta en la cantan «Cumpleaños feliz» y no me extraña, por cómo pasa el tiempo. Vuela.
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¿Dije que ya había cenado? He cenado de nuevo. A cambio, he puesto un lavavajillas.
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Ahora tengo que escribir los cinco folios de hoy. Deseadme suerte.
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