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Un zumbido y un fugaz recuerdo a Unamuno o a una idea suya. Contaba en uno de sus artículos, que la pereza y la divagación bien podían ser salvíficas. Y ponía el ejemplo de una abeja y una mosca encerradas en una botella de cristal con el culo apuntando a una luz. La abeja, sistemática y científica, no sale jamás, pues se empeña en ir a la luz por la línea recta. En cambio, la mosca se despiste, se entretiene, quiere ir a la luz, pero se da una vuelta, se levanta, se entretiene y, de pronto, da con el cuello y la boca del cristal y se va con la música —zzzzzzz— a otra parte. Por razones biográficas y de defensa personal, me encantó esa imagen. Hoy menos. Trataba de hacer una gestión en mi página del banco y he visto que la única manera de hacerla es a lo mosca, esto es, dando vueltas sin cabeza, confiando en que tocarás la tecla dicen que intuitiva que te permitirá, tras el pago de la comisión, acabar la acción. Preferiría unas páginas webs más pensadas para abejas.
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Ya en modo mosca, divagando, he pensado en lo mucho que le gustaban las moscas a los del 98. Y me he ido a escuchar el poema de don Antonio en la voz de JM Serrat. Que, por cierto, también tiene una prehistoria discutible. Dicen que Machado lo escribió para ganar una apuesta acerca de que se podía escribir un poema sobre cualquier cosa, pero, en realidad, el poema es sobre el paso del tiempo, que es el tema obsesivo de Antonio Machado. Las moscas otra divagación, otro encontrar la salida, dando vueltas a la botella. ¿Habríais dado la apuesta por ganada o habríais denunciado el truco?
