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Pocas veces recordamos que formamos parte del batallón de la Iglesia Militante, y es una pena, porque el mero recuerdo le da a la cosa bastante emoción épica, la vida es milicia contra la milicia y todo eso, we few, we happy few, we band of brothers. Lo de la Iglesia Triunfante, vendrá después, y qué bien, Dios lo quiera. Y lo de la Iglesia Purgante a ver si nos lo ahorramos. Quisiera ser un hereje, como quien dice, de esa Iglesia Purgante, uf, aunque al final también seré ortodoxo de ésa, qué remedio.
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Mientras tanto, entre aventura militante y aventura, podemos tener, encima, un atisbo de la Triunfante, con la mística; y de la Purgante, con la ascética y, últimamente, con la paciencia.
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Aquí quien se aburre es porque quiere.