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Aunque el diccionario no lo recoge, los gaditanos llamamos «macancoa» a una suave melancolía sin razones conocidas. Yo lo asocio al final del verano, cuando la luz se acorta. Ayer tenía que recoger a mi hija Carmen de la casa de una amiga y salí a una hora en la que hace nada brillaba el sol y ya era de noche. Macancoa. Las luces eléctricas, como sin ganas de trabajar tan temprano, acostumbradas al veraneo, brillaban con pereza. Luego me fui curando, porque durante el camino me crucé a una adolescente que iba corriendo en su bicicleta, mojada del último baño, para no llegar tarde a la cena o porque a sus padres no les gusta que se quede de noche en la playa. Su nerviosismo –pobre– me retrotrajo a treinta años atras. Luego vi a un chico rubio que iba corriendo y ése seguro que se perdía la cena. Recogí a Carmen, y ya se me pasó el ataque de melancolía.