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LO LEÍDO
y lo liado
un blog de enrique garcía-maiquez

2 de junio de 2018

El 2 de junio de 2018 era sábado. De buena mañana. Pedro Sánchez y Mariano Rajoy volvieron a verse las caras en el Palacio de la Zarzuela. El ganador de la moción de censura (84 escaños propios frente a los 136, también propios, del censurado) prometió su cargo ante el Rey e hizo saber, por el célebre sistema de “las fuentes”, que se tomaría unos días antes de anunciar su nuevo Gobierno. Eso nos los contó el 6 de junio, con un aumento de las carteras de 13 a 17.

 

Muy pronto empezó a hacer explícito que el tiempo de su primera media legislatura tenía dos objetivos: disfrutarlo y darse a conocer. Pronto empezaron las fotos de las manos, del Falcon, de las gafas de sol; pronto celebró el cargo con el disfrute con amigos de las residencias de verano que suelen utilizar los Presidentes del Gobierno -por motivos de seguridad y, hasta el advenimiento de Sánchez, de forma discreta. Y muy pronto, también, se vio cómo utilizaba su influencia para situar a su mujer como persona influyente en las más variadas disciplinas: lo primero fue hacerla experta en África.

 

Ya era presidente y lo realmente importante es que se notara. Hubo que hacer reformas en la residencia de Moncloa, con la anécdota del colchón como ejemplo de los nuevos tiempos. Tres años después, hemos visto excesos con casi todo. Casi, no todo, porque lo que no practicado con ningún exceso en estos tres años es el necesario respeto reverencial a la Constitución. Las reverencias, para su persona. Ha sido así desde el minuto uno, y ya llevamos 3 años. Aunque ahora lo veamos de forma pornográfica con su exhibición de los autoindultos.

 

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