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LO LEÍDO
y lo liado
un blog de enrique garcía-maiquez

El caso del cochinillo volatilizado

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Me inquieta parecerme cada vez más a Chesterton, y que no sea, ay, por el talento. Esta vez no es por la cintura, sino por el despiste. Resulta que tenía para dentro de dos fines de semana, un acto en Sigüenza y, previsor por una vez en la vida, ya había calculado la ruta y el tiempo, había quedado allí para cenar con un amigo de Valladolid y hasta había hecho la reserva para el cochinillo, todo muy bien, pero en… Segovia. Por chamba, ayer me crucé con la organizadora del evento que me sacó, elegantemente sorprendida, del error. Dentro de nada empezaré a mandar telegramas como los de G. K. C. a su mujer. Ya saben: «Estoy en Market Harborough, ¿dónde se supone que debería estar?»

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Cuando se lo cuento a Leonor por whatsapp me contesta: «Ofú». Menos lacónico y más consolador es Vidal Arranz, a pesar de que ve volatilizarse su cochinillo segoviano: «Tienes muchas cosas en la cabeza…».

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Y es verdad que ahora, cuando tengo que devolver el libro Galgos, de María Martínez Bautista a la estantería, mi principal preocupación es no olvidarme, como mínimo, de estos versos:

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«Los niños necesitan la siesta de sus padres»

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«Hay algo ritual en la rutina».

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«La tristeza es vulgar si no es inmensa» [Y si es inmensa tampoco merece la pena, ya no por su vulgaridad, sino por su tamaño aplastante.]

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«El peso de mis pies sobre mis pasos» [Que es un endecasílabo al que siente andar.]

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«Las rojas torres del orgullo antiguo»

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«porque siempre es feliz lo generoso».

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