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LO LEÍDO
y lo liado
un blog de enrique garcía-maiquez

El águila y la perdiz

En Paraíso XX, cielo de Marte, se ha encontrado Dante con los grandes reyes y emperadores. Forman un águila, el águila imperial, como antes formaron una cruz, como todos los católicos formamos la Iglesia. Es una imagen comunitaria muy poderosa. En la ceja del ojo del águila están los mejores y más brillantes. Son Trajano, Constantino, Ezequías, Rifeo y Guillermo II. Todo muy emocionante. Pero esta vez, al releerlo, vi algo que se me había escapado hasta ahora. Me levantó la perdiz el fracaso que Dante imputa a Constantino: «el mal que avino» de su proceder «causó la destrucción del mundo», nada menos. Como no lo hizo con mala intención, «no le es dañino». Eso de la buena intención es un gran consuelo, sin duda; pero entonces vi que todos habían fracasado. Trajano por no creer en Cristo, motivo por el que acabó en el infierno. Rifeo, además de ser troyano y, por tanto, perdedor, no es ni conocido. Ezequías tiene el mérito de que consiguió una prórroga de vida para arrepentirse y mejorar. Y Guillermo II de Altavilla, que fue un rey muy bueno, perdió Sicilia para su dinastía.

Tanto desastre no puede ser casualidad. Dante nos quiere decir que el fin verdadero de la política es santificarse ejerciéndola con las mejores disposiciones, pero que el éxito no importa nada de nada. Casi perjudica.

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