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Reseñas
literarias
Ernst Junger

La emboscadura

por:
Jesús Beades
Editorial
Tusquets
Año de Publicación
2023
Categorías
Sinopsis
El bosque es el lugar donde todos debemos enfrentarnos a nuestros miedos primarios y aprender a conquistar nuestra libertad. En la antigua Islandia, al hombre que había entrado en un grave conflicto con la sociedad (de ordinario a causa de un homicidio) le quedaba un recurso: la emboscadura. Aquel hombre se retiraba al bosque, se convertía en un emboscado. Allí vivía de sus propias fuerzas, apoyado en sí mismo. Se convertía en su propio sacerdote, su propio médico, su propio juez. A veces lo acompañaba su esposa. El «bosque» es aquí un lugar espiritual, metapolítico. Hay bosque en los desiertos y hay bosque en las ciudades; lo hay en la soledad y en la colectividad. El Emboscado es, según Jünger, la tercera figura de este siglo, junto al Soldado Desconocido y el Trabajador. Y también es la persona singular, soberana, que se enfrenta a toda forma de opresión. «Un libro hermoso, lleno de conocimientos profundos y verdaderos y formulaciones muy bellas [...]. Algunas páginas de la caminata por el bosque muestran que el autor está muy bien y profundamente informado políticamente.» Golo Mann
Ernst Junger

La emboscadura

Los clásicos son clásicos –se ha dicho alguna vez– porque siempre nos interpelan, porque nos hablan desde su tiempo histórico hasta el nuestro actual y siempre nos ofrecen algo que no caduca. Yo pensaba que releer este ensayo de Jünger me iba a resultar más árido, porque Jünger a veces puede resultar indescifrable, como esas personas que hablan dando a entender que todo lo que dicen es coherente e iluminador y a sus oyentes nos parece que nos faltan datos. En su cabeza tiene claros unos arquetipos, y sobre ellos construye una teoría del orden social y espiritual, pero el que lo lee puede estar in albis. Jünger, desde luego, es un tipo extraño. Como vimos en su día, ya su sola peripecia vital traza un arco que abarca el siglo XX, sobrevive a dos guerras mundiales –que pierde– volando bajo el radar de las purgas ideológicas de Hitler, publica decenas de libros y es popular siendo un escritor más bien sesudo, intelectualote, raro. Sus diarios de la II Guerra Mundial, Radiaciones (I y II) nos iniciaron a muchos en ese proceso meditativo y de examen de conciencia que es el diario personal. Yo no he perseverado, pero me quedó una cierta mirada, una forma narrativa y epigramática de resumir el día a día, que nos hace mucho bien a los temperamentos caóticos.

Centinela

La Emboscadura, que ahora nos ofrece Tusquets en atractiva reedición, es un breve ensayo en el que se nos define la figura del «emboscado» como una de los tres pilares del mundo actual, del mundo de los titanes (opuesto al de los dioses). Las otras dos patas para el banco son «el trabajador», al que Jünger dedicó un amplio estudio, y «el soldado», que incoa en su obra biográfica Tempestades de acero y que desarrollará en ensayos posteriores. Es importante advertir de que estas categorías son esenciales, arquetípicas, no conceptos políticos, y que están relacionadas con grandes movimientos de la Historia, con cambios de paradigma trascendentales a gran escala. El poeta Jesús Tejada me dijo cierta vez que la nuestra es una época bisagra, en la que muchas certezas y realidades se han derrumbado y otras no acaban de nacer del todo; y que a nosotros nos ha tocado vivir en esa quiebra, esa grieta en el tiempo en la que no nos sentimos a gusto en nuestro siglo y añoramos vagamente otra época, pero sin saber definir cuál y sin que tenga remedio, pues uno es –como diría Borges hablando de estilo poético– inevitablemente contemporáneo. Jünger ha contemplado en su horrible plenitud el proceso de derrumbe; haciendo una metáfora, él sería el vigilante en su solitario puesto de observación –con las penurias de «el frío turno que precede al alba», que escribió Julio Martínez Mesanza en Las Trincheras–. Este centinela habría notado antes que nadie la vibración del movimiento titánico de las bisagras –o el desplazamiento sutil pero poderoso de las placas tectónicas, si se quiere– y lo ha puesto por escrito en obras de ficción alegórica o ensayo filosófico. Citando al profeta Isaías –es decir, al estilo de Jünger–: «Así me ha dicho el Señor: anda, pon un centinela que anuncie lo que vea». (Es, además, un espléndido título para libro de poesía). La emboscadura es un libro publicado en 1951, en la cesura del siglo, el pliegue a partir del cual se aceleraría aun más la Historia, tras el gran desastre de la II Guerra, más desastre aún para el que está en el bando perdedor.

El emboscado no es un votante de Trump

Cualquier flipado del preparacionismo podría tomar este libro como una guía psicológica, pues habla de aislarse en el bosque y cortar las amarras con el mundo y sus esclavitudes, con la autoridad del Estado. Pero que nadie se equivoque: es una metáfora del alma, habla de sucesos que ocurren en el plano de lo ético, no de un programa de insumisión civil (aunque se podría llegar a esta). Jünger no es un teórico del anarquismo ni propugna una revolución. Es un conservador, un caballero militar forjado en la Gran Guerra, con códigos de honor y una visión de la realidad política que va más allá de lo contingente, y contempla los procesos históricos con la distancia del erudito pero también del que sabe que la libertad no es un conjunto de normas sino un estado del alma. El emboscado es aquel que observa la trampa de la sociedad, de las elecciones, del juego de mayorías, y decide replegarse a un lugar de su ser en el que es libre, que está al margen del mundo, sin que por ello su individualidad quede asfixiada en un ostracismo mudo. Muchos han visto en este «caminante del bosque» un descreimiento de la política, una enmienda a la totalidad de la vida pública, y otros una estilización esteticista de la descripción del desastre, del nihilismo post guerra mundial que se infiltró como un gas en los pulmones de Occidente. Es una de las virtudes de la obra jüngeriana: nunca se agota en una simple explicación, siempre dice más de lo que dice porque su estilo es abierto, poético si se quiere, con la cortesía de dejar espacio para que el lector medite y aplique lo leído a la realidad concreta, sin empujar en una sola dirección. En la realidad política española actual, tan desastrosa, tan moralmente sangrante, recibe uno este ensayo como cuando vimos V de Vendetta poco después de los atentados del 11 de marzo de 2004: casi como si estuviera recién horneado y ofrecido a nuestra hambre de significado y de rebelión. Quiere uno entonces ser ese caminante del bosque y lograr la cuadratura del círculo: no participar de la farsa política, y conseguir ser libre al margen de los avatares de los gobiernos, de felonías y tiranías. No es turrieburnismo, es una opción moral radical y profunda que modifica la realidad, la nuestra cuanto menos. Jünger siempre abre caminos, aunque sea hacia el bosque y la intemperie.