X
ACTUALIDAD

Lienzos y matraces

Lienzos y matraces

A menudo soy vilipendiada por confesar que subrayo muchas lecturas con fosforito. En tiempos de neolengua hay quien le llama a esto “estabilear”, por la marca de rotuladores Stabilo. Bien, les diré con qué ejemplares no lo haría nunca: Botánica Insólita y Cajal, ambos de la colección Lienzos y Matraces.

La editorial de divulgación científica Next Door Publishers tiene una colección llamada ‘Lienzos y matraces’ de la que poseo estos dos títulos.

El biólogo Oihan Iturbide la puso en marcha hace algunos años con la finalidad de acercar al público cuestiones de actualidad que tuvieran un trasfondo científico. Algo así como aunar la ciencia, las humanidades, la divulgación y el arte. Porque si bien la directora del proyecto, Laura Morrón, es física y máster en Gestión de las energías renovables, se ha rodeado de un equipo especializado en la divulgación de la ciencia a través del arte. Creo que Santiago Ramón y Cajal estaría completamente de acuerdo. En sus filas cuentan con catedráticos en genética, especialistas en diseño gráfico, psiquiatras, ilustradores, investigadores o neurocientíficos, y títulos como Hambre de filosofía, Diseñando fármacos, Ausencia, El cáncer y yo o Los relojes tienen un horario que cumplir, éste último de Azuquahe Pérez en el que se explica, a modo de historia, las complejas y todavía no desentrañadas claves del Alzheimer.[

‘Lienzos y matraces’ es una colección preciosista donde el contenido importa tanto como el continente. Se trata de libros en gran formato y tapa dura que combinan sugestivas historias con una cuidadísima edición.

Botánica Insólita tiene dos autores, por tanto: José Ramón Alonso firma el texto y Yolanda González las ilustraciones que, como hemos dicho, cobran una gran importancia a tenor del leitmotiv de la colección.

Alonso es doctor en Biología y fue rector de la Universidad de Salamanca. Su sobresaliente faceta como divulgador científico la avalan más de ciento cincuenta artículos en revistas internacionales especializadas así como veintitrés libros de divulgación. Asimismo, ha sido galardonado con los premios Teresa Pinillos, Tesla y Prisma por dicha labor.

En el libro que nos ocupa pretende, emulando en el tema a los primeros libros de divulgación científica que realmente tuvieron éxito, estimular la curiosidad del lector y fomentar su interés. Las plantas constituyen el vehículo perfecto porque son, a la par, foco de investigación -sirven como modelos para el desarrollo científico- y transmisoras de belleza. Dividido en 37 capítulos y un glosario, la selección de historias que involucran flores de los Andes, árboles milenarios, tomates charlatanes o jardines japoneses tienen nombres tan sugestivos como “Plantas glotonas”, “Bella durmiente durante 30.000 años”, ”A una murciélaga regálale un ramo de hojas”, “El cafetal descafeinado” o “Hermosas que prometen sexo y luego nada”. El autor ha reunido 37 curiosidades sobre el reino vegetal que explica, con un lenguaje asequible para los no iniciados, en un espacio de dos o tres páginas, y la licenciada en Bellas Artes Yolanda González ha hecho el resto. El resultado es un libro de los que gusta mirar y remirar y que se puede ir leyendo a pequeños sorbos. Quizá sea tarde para algunos si su lectura suscita la intención de ser Linneo, pero todos estamos a tiempo de apasionarnos por la naturaleza. Como dijo Thomas Jefferson: “Soy un hombre anciano, pero un jardinero joven”.

Como dice la última frase impresa en el libro: “Las plantas y los humanos somos parientes, primos lejanos. Hay que amar y cuidar a la familia”.

José Ramón Alonso también es coautor de Cajal: Un grito por la ciencia, de la misma editorial. Junto con el doctor Juan Andrés de Carlos, neurocientífico del Instituto Cajal e investigador del CSIC, nos presentan una obra igual de cuidada que la anterior en lo estético e inestimable en cuanto a la recopilación de documentación, fotografías personales y familiares, dibujos y material fotográfico del propio Cajal. El prólogo corre a cargo de Santiago Ramón y Cajal Agüeras, sobrino-biznieto del científico y Jefe del Servicio de Anatomía Patológica del Hospital Valle de Hebrón.  La semblanza es extraordinaria y abarca todos los aspectos de la vida del nobel español.

Por poner un ejemplo, nos explican hasta la procedencia del apellido: un antepasado de Cajal, Sancho García de Benavides, en combate en el siglo IX contra un infante sarraceno le rompió la mandíbula al príncipe musulmán, quedando sus dientes esparcidos por el campo de batalla como resultado. A partir de ese momento, don Sancho pasó a ser conocido como García Caxal (muela en dialecto aragonés). Siguiendo con sus ancestros, si la vida de Ramón y Cajal resulta inspiradora, la de su progenitor es definitivamente asombrosa. Prolijamente explicada por Alonso y Carlos, una no puede menos que salir motivada para el esfuerzo tras su lectura.

Santiago Ramón y Cajal estaba especialmente dotado para las artes y le interesaba el dibujo y la pintura. Estudió medicina por imposición paterna y supo combinar estas dos facetas, dejando minuciosos dibujos de los cortes histológicos que observaba al microscopio sin los cuales no hubieran sido posibles sus descubrimientos sobre la anatomía del sistema nervioso.

En el trabajo de Juan Andrés de Carlos y José Ramón Alonso no se elude ningún aspecto de la vida del científico: desde su infancia de gamberrete y  mal estudiante hasta la relación con su mujer. Desde su forja como investigador hasta su patriotismo. Incluso se aborda la fama de aficionado a las mujeres de vida licenciosa, recogiendo la sentencia de su nieto: “¿Putañero? Son cosas que han escrito Umbral y otros y que hacen gracia. Mi abuelo montó un estudio de fotografía en la calle del Prado y decían que allí llevaba mujeres de todo tipo. De ahí nace parte del equívoco.”

En cualquier caso, fue deseo testamentario de Cajal  ser enterrado junto a su esposa. “Y si no, junto a Azcárate”.

Aficionado a las tertulias y cafés, fue fiel durante años a la del Suizo, en la calle Alcalá esquina con la calle Sevilla. Le gustaba especialmente por la mezcla de gentes: literatos, médicos, gorrones, duelistas, toreros (frecuentada por Lagartijo) y una representación del todo Madrid. Sin embargo, responsable y prudente, limitaba sus comparecencias a una hora para volver al trabajo después.

De aquellas miles de horas de tertulia escribió el libro Charlas de café, a partir del cual es posible ambientar su pensamiento y tomar el pulso a la época aunque su valor literario y filosófico fue causa de disputa entre Unamuno y Marañón.

La editorial Next Door Publishers, tiene, a modo de homenaje, una colección llamada “El café Cajal”.

Cajal no fue sólo un eminente científico. Podemos recurrir a él como pensador para entender el nacimiento de los nacionalismos en España o para imitar su competitividad, basada en la calidad de su trabajo. Historia de España (murió un par de años antes de que estallara la Guerra Civil), fundador de la neurociencia moderna y figura clave en la cultura española, quizá lo más importante es cómo su ejemplo puede inspirar a las nuevas generaciones.

También te puede interesar