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Paré la vespa en mitad de la carretera para hacer una foto a un sol impresionante, sangriento como en un soneto de Quevedo, ganándole el pulso de la belleza a la mismísima luna llena.
Sé que la foto no le hace justicia, porque el sol también venció a mi cámara, que se empeñaba en perder el rojo.
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Pensé en rehacer el verso de Quevedo al grande Osuna, pero no caí en ningún Duque al que dedicárselo. La generosidad de Lutgardo García nos ha regalado a todos en Twitter una foto de ese sol en Viñamarina, el campo y la casa de Aquilino Duque, otro Duque al que le venía que ni pintiparado. El verso era naturalmente suyo. El sol hoy no ha podido ponerse mejor.