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LO LEÍDO
y lo liado
un blog de enrique garcía-maiquez

Vueltas a la rotonda

Con el covid tengo una torrija (o una empanada, que dirán los gallegos) monumental. Tanto que en el camino al IES (aunque al menos no era el camino habitual) me he confundido tres veces y  he tenido que dar tres vueltas enteras a tres rotondas distintas. La primera vez me hizo gracia. La segunda me preocupó. En la tercera —qué remedio— me puse a filosofar.

En la tercera vuelta a la tercera rotonda hice una lectura girardiana inquietante y sugerente. Porque evidentemente recordé la vuelta al ruedo que dan los toreros tras una faena exitosa. Lo tenemos muy asumido como forma de celebración; pero si aceptamos, como me parece evidente, que la fiesta nacional es una exacta pervivencia estetizada del mito sacrificial pagano, la vuelta al ruedo se llena de significado. Porque el rito sacrificial no logra anular la dinámica, sino que simplemente la aplaca o envuelve. Pone a cero (redondo) el contador (la rotonda) para que vuelva (el ruedo) a comenzar el ciclo (el coso) mimético. La vuelta al ruedo, disfrazada de éxito y gloria, no deja de ser una sapientísima advertencia del círculo vicioso que encierra interminablemente todo rito sacrificial.

En ésas, escapé de las rotondas y ya (con la gravedad recién adquirida) no me confundí más.

Fuente de la imagen: La Razón

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