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Un amigo viaja en el mismo coche del Alvia que nosotros, pero retuitea mi artículo en vez de darme un grito o un toque e interrumpirme en mi lectura. Las redes también tienen su elegancia.
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Quería leer el diario de Andrés Trapiello, pero Leonor me lo ha quitado. No lo suelta. Que Leonor lea a Trapiello hace mucho bien al matrimonio, porque así ve cómo es un escritor por dentro y me entiende mejor. Cada diario que ella ha leído yo lo he notado.
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Menos mal que también quería leer los aforismos de Ramón Eder y que Leonor no puede leer dos libros a la vez. Esta maravilla consoladora: «El que escribe tiene que elegir entre la cortesía de publicar poco y la generosidad de publicar mucho».
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Yo si puedo leer dos cosas a la vez, y una amiga me manda por whatsapp su poema preferido del nuevo libro de Juan Bonilla. No me extraña que sea su preferido, aunque no he leído el libro. Con eso y la cubierta, ya está hecha la obra, diría yo, que la leeré en cuanto pueda:
