–
He quedado profundísimamente impresionado por la entrevista a Estrella Fernández-Martos que realiza Esperanza Ruiz. Tanto que le he hecho un barbero del Rey de Suecia más largo que el que hago a libros enteros, muchas veces. Y me he comprado el libro entero.
–
Aquí, además del asombro y del agradecimiento, especialmente útil para arrostrar el primer día lectivo de verdad, quiero quitarme también el sombrero ante esta observación de Esperanza sobre la buganvillas: «Es una planta que, en su sencillez, tiene una belleza asombrosa. Diría que es así porque no es serena, es una belleza jaranera».
–
Toda la vida llevo entre buganvillas y se me había escapado esa juerga de su belleza. También estoy asombrado por la belleza del símbolo de los claveles de los patios de Córdoba, cuayas raíces están por encima de sus flores. Pero es que eso no lo sabía. Las buganvillas, en cambio, son una lengua materna. Lo que demuestra que siempre se puede aprender si se atiende a las personas adecuadas. Pongo mi poema a las buganvillas, donde falta, ay, la jaranería.
–