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LO LEÍDO
y lo liado
un blog de enrique garcía-maiquez

Un Oh a un o

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Extraordinaria reseña de Armando Pego al ¿último? libro de Ernesto Hérnandez Busto. Digo «¿último?» porque es una reedición corregida de un ensayo anterior, que ya leí con fruición: Perfiles derechos (2004). Lo interesante de la reseña de Pego Puigbó, además de que señala lo interesante del vibrante ensayo, es que nos pone una tarea peculiar. Lo normal de una reseña es que nos invite a leer el libro. El de Armando Pego nos invita a… escribir un libro.

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Saca Armando Pego Puigbó un admirable partido a la conjunción «o», que es de disyunción, pero también de equivalencia. Apunta con mucho tino queHernández Busto hace una equivalencia entre ideologías disyuntivas que comparten el espacio de la derecha por el mero hecho —como diría el preclaro Carlos Estaban— de no estar en la izquierda. Pero hay mucha tela que cortar. Y remata Pego Puigbó animando a los pensadores de derechas a cortar esa tela, porque nos va la vida (intelectual) en ella. No es lo mismo un reaccionario que un conservador (y éstos a veces se llevan medio bien) como no es lo mismo un revolucionario que un antimoderno, por muy facha que sea ese revolucionario. Y éstos no pueden llevarse bien. Ejemplo. Que Hernández Busto proponga como denominador común el antisemitismo, cuando Disreali, uno de los campeones del conservadurismo, era judío, vale como botón de muestra de lo muchísimo que que que precisar aquí.

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Hace mucho que Kiko Méndez-Monasterio y yo mantenemos esa conversación a la más mínima oportunidad. Bajo la sabia guía de Ana Rodríguez de Agüero, tengo pendiente culminar un libro largamente prometido, titulado —en homenaje y guiño a Antoine de Compagnon— Los antipostmodernos, con prólogo naturalmente de K. M.-M., y que se encararía idealmente con esa cuestión. De fondo está la inquietud de qué sea la moderación, si timo o tono, como nos exponía —poniéndonos también mucha tarea— el aristotélico Ricardo Calleja. El ensayo de Hernández Busto y la reseña de Armando Pego hacen más perentorias todas estas reflexiones pendientes. Mi conservadurismo vital, como es lógico, me las retrasa. (Mi mujer y mis niños llevan veinte minutos esperando en la puerta con las bolsas de las toallas al hombro a que termine de escribir esto para bajar a la playa. Ya voy.)

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