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Como cada Navidad, hemos hecho nuestro christmas familiar. Del de Enrique (véase arriba) hablaremos mañana. Como todos los años, espero hasta el día de Navidad para sacarlo. En parte, para dar tiempo a que llegue al correo postal de algunos amigos. En parte, porque creo que con la inmediatez de lo electrónico deberíamos esperar a celebrar la Navidad a la Navidad, ahora que podemos precisar tanto. Este año cumplo los objetivos mal. Parece que no le ha llegado a casi nadie la tarjeta y, con el lío de celebrar la Navidad en mi casa, casi llego tarde también a la cita 2.0. Pero aquí está: ¡Feliz Navidad!
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Carmen hizo su dibujo a tiempo:
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Y yo escribí mi villancico. Este año estoy muy contento de mi texto. No tanto por lo que valga como poemita, que es una seguidilla muy normal, como por el placer de haberle descubierto a Dios Hijo un goce inédito: la primera vez que se quedó dormido.
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Desde el día que lo escribí, allá por las vísperas de la fiesta de la Inmaculada, cada vez que me voy a quedar dormido, lo musito, como guiñándole al Niño, que cerrando los ojos iba a descubrir un placer novísimo.
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Amén, digo, ¡pscht!