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LO LEÍDO
y lo liado
un blog de enrique garcía-maiquez

Turrón de yema

 

En los apasionantes debates últimos sobre los dulces navideños, se nos olvidaba el turrón de yema, que creo que no le gusta a nadie. Mi suegra, sin embargo, piensa que le gusta a alguien. A mí. Y por eso llevaba años comprándomelo especialmente y poniéndomelo al ladito de mi sitio en la mesa para que lo disfrutase en exclusiva (lo que no era difícil, en absoluto, porque nadie me pedía un trocito ni para probarlo).

 

Pero esta Nochevieja, Leonor me guiñó cuando llegó mi turrón de yema, y mi cuñada cazó al vuelo el guiño y preguntó. Cuando se enteró del motivo, se quejó de que nuestra suegra a ella no le compre nada especial, aunque no le guste, como a mí, eh. Al final, se destapó el pastel, esto es, la yema del turrón.

 

MI suegra está tan divertida con el error (ella no tenía que tomárselo) que me ha dicho que esto sí puedo contarlo en un artículo. Aprovecharé para decirle que, aunque el turrón no me gustase, me encantaba el detalle. Tanto que hasta me compensaba.

 

Además, Escrivá de Balaguer decía en el punto 681 de Camino: «El día que te levantes de la mesa sin haber hecho una pequeña mortificación has comido como un pagano». El turrón de yema me lo ponía a huevo. Y, por último, ya le iba cogiendo cariño, como a los huevos con guisantes. Espero, querida suegra, si me lees, que las navidades del año que viene no falten en la mesa, por favor.

 

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