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LO LEÍDO
y lo liado
un blog de enrique garcía-maiquez

Sangre, sudor y lágrimas

 

Sigo con el propósito de no perder ni una mirada, aunque sea mía. El otro día me atacó un teckel enano. Lo que, habida cuenta de mi teckelofilia, me hizo mucho gracia. Era de una familia que estaba saliendo de su casa, quizá de excursión, pues cargaban cosas en el coche. El único que se preocupó del bajo de mi dobladillo fue el hijo pequeño, que gritaba: «Winston, Winston», deseando acabar con el ataque, pero con delicadeza, sin pegarle un puntapié al perro, ni que se lo diese yo. Quería coger a Winston en brazos. Y se le escabullía. Winston también se llamaba el caballo mejor de sir Roger Scruton, por cierto. El niño tenía síndrome de Down. El resto de la familia también tenía gracia.

 

La hermana adolescente estaba escondiéndose detrás del coche con cierta vergüenza. Supongo que por la escena en sí, con ese señor medio mordido por el perro enano que no dejaba de sonreír y que decía que no se preocupasen, aunque no hay que descartar que la deliciosa preocupación de su hermano no influyese un poco. Por suerte, había leído Mi hermano persigue dinosaurios hace unos meses y sé de lo que va eso. El padre tampoco parecía moverse. Estaba encantado de ver la responsabilidad de su hijo pequeño y cómo estaba él sólo gestionando la situación, con independencia de mi tobillo. Se le caía la baba.

 

Y la madre estaba tan ocupado organizando el maletero que no veía nada del follón, y también eso era bonito.

 

Al final, Winston soltó mi pantalón y se fue, malhumorado, a esconderse debajo del coche, yo sonreí a todos, fuíme y no hubo nada; ni sangre, ni sudor, ni lágrimas, a pesar del nombre del can. Todo había resultado más cervantino.

 

 

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