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Mi hijo (11) se ha puesto mis zapatillas de deporte para jugar al pádel. Naturalmente, estaban nuevas; lo que sorprende es que le estén bien. No llega a rito de paso, pero es un paso… bastante grande. Se veía contento en mis zapatos.
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Para darle un contenido literario («Lo leído») a esta entrada, contaré algo de mi relectura de los sofismas de Vicente Núñez. Y para enlazarlos con Enrique contaré que ahora los leo con él al lado y a veces le digo alguno.
«Todo chiste es derechas», por ejemplo. Él, muy serio, responde: «Pues es verdad». En cambio, cuando le leo éste: «El que triunfa es porque miente» no le gusta nada. A pesar de su 43 de pie, es tan pequeño que todavía aspira a triunfar. Y, por supuesto, a hacerlo sin mentir.
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Lo que más me ha llamado la atención han sido las confluencias. Muchas verdades indemostrables de la poesía o la literatura se demuestran mediante la triangulación. El autor lo dice, produce un eco en tu espíritu que despierta el recuerdo de un eco idéntico que despertó un autor distinto. Y eso funciona como demostración de niebla. Varios ejemplos de esta noche.
Dice Núñez: «Darse es el único alimento del ser». Y recuerdo que don Álvaro d’Ors cinceló este aforismo: Est qui dat; habet qui accipit. [«Es el que da; tiene el que recibe»]
Dijo Marta D. Riazu: «Cuando me encuentro con una persona con ojo para el detalle, casi siempre tiene alma de vago. Para ser sensible hay que haber ganduleado mucho». Vicente Núñez la explica: «El que trabaja recibe menos información que el vago».
Y hasta con un eco a Kierkegaard («La persona que no lo es delante de Dios no lo es tampoco solo») se atreve Vicente Núñez: «Ser es hablar con».
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Se va a la cama el niño y yo, sin él al lado, dejo de leer.