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Dime quién soy es una novela difícil de reseñar. No sólo por sus abrumadoras más de mil páginas -aquí no hemos venido a resumir- sino porque el espionaje y las pasiones tienen mucho peso en ella. Y claro, es importante que el lector que aún no se haya acercado a alguna de sus 32 ediciones (¡treinta-y-dos!) conserve intacto el placer de lo inesperado. Como resquicio para la que escribe estas líneas, el telón de fondo y el peso de la trama lo lleva la historia, entendida como el transcurrir aciago de la humanidad. Y, en ese asunto, está todo el pescado vendido, no hay destripamiento posible.
Julia Navarro parte de un planteamiento inteligente: un relato que “engancha” y con el que es capaz de revisitar los acontecimientos clave de un pasado reciente y funesto. Una protagonista, una “heroína”, es el hilo con el que conduce al lector por la España de la II República, la Rusia de las Grandes Purgas, la Alemania de la Segunda Guerra Mundial o la de la caída del Muro de Berlín.
La periodista (Madrid, 1953), que quiso ser bailarina y dedicó la primera parte de su vida profesional a la información parlamentaria, no es una novata en esto del best seller. Con la publicación de La hermandad de la Sábana Santa (Plaza y Janés, 2004), surgida tras el hallazgo de un obituario que llamó su atención, inició una carrera literaria exitosa y prolífica. Dime quién soy es la octava de las nueve novelas publicadas hasta el momento.
Navarro declara no querer escribir historias de amor. Y que el escenario en sus novelas es sólo un atrezo para hablar de identidad, de la conciencia y de las circunstancias de la vida como mochila. Siendo cierto que la historia del personaje principal de esta obra plantea esas cuestiones, hemos de concluir que la escritora se esmera mucho en el trasfondo, que, sin duda, coprotagoniza la historia.
Guillermo es un joven periodista sin blanca y con una hipoteca, circunstancias que le llevan a aceptar el encargo –bien remunerado- de su tía Marta. Su bisabuelo Santiago tuvo un hijo, Javier. Éste cambió su segundo apellido porque de lo que no se habla no existe. Y así es cómo la familia de Santiago, Javier, Marta y Guillermo enterró un pasado que ahora pretenden conocer. La bisabuela, la mujer de Santiago, la madre de Javier, les abandonó para fugarse con un marino poco antes de que estallara la Guerra Civil en España. O eso dicen. La misión de Guillermo será asomarse a ese interrogante, encontrar a quienes la conocieron, saber en qué creyó, dónde vivió, a quién amó. Conocer para entender. Entender para que todos puedan perdonar.
Un nombre de mujer queda resonando en la mente días después de haber finalizado la lectura de Dime quien soy: Amelia Garayoa. Julia Navarro resuelve bien lo que de otro modo sería inverosímil: es difícil que las vicisitudes a las que se enfrenta la joven protagonista interpelen al lector, por intensas y por ajenas. El ritmo de la novela, la ingente documentación histórica que ha trabajado la autora y el posicionamiento de las tramas en escenarios reales, soslayan el hecho de que la vida de Amelia está sobresaturada con acontecimientos de gravedad y situaciones límites. Por tanto, la autora tiene éxito haciendo de ella un personaje creíble. Sin embargo y a pesar de que, como decía, el lector no puede ponerse en su lugar, se plantean cuestiones morales al margen del juicio histórico, bien tratado en la novela por otra parte.
Paralelamente a los acontecimientos clave del convulso siglo XX tenemos la historia personal de una mujer. Garayoa se enfrenta con entereza a momentos traumáticos como prisionera en un campo de concentración en Varsovia, pero también al de la traición amorosa. Ambos suponen una quiebra de la mente, una ruptura con los sistemas de apego que todo ser humano establece y que puede ser más dolorosa que las torturas físicas infligidas. La decisión trascendente y amarga de abandonar un hijo –por ir en pos de una pasión del corazón o por un ideal revolucionario- no es juzgada, sólo expuesta. Al lector corresponderá la tarea de decidir si la vida de Garayoa redime su culpa. Para ello, Navarro introduce las contradicciones del alma y las paradojas de la vida. Las contradicciones de una mujer, de un siglo, de un continente. De la humanidad.
Si tras leer Dime quién soy les parece que Amelia Garayoa tuvo una vida de película, están en lo cierto. Movistar + produjo en 2020 una serie de nueve capítulos, dirigida por Eduard Cortés y protagonizada por una maravillosa Irene Escolar, fiel a la novela y mejorando, en su caso, algún aspecto, como el de reforzar el carácter seductor y audaz de Amelia, o la más que digna recreación de hechos históricos que facilitan la composición de lugar al lector/espectador. Tanto los capítulos de la serie como los del libro tienen nombre, en su mayor parte, de hombre. La vida de Garayoa está marcada por cuatro de ellos y, sin embargo, el curso de la humanidad -o de una persona-, a veces, es desviado por una pasión. O por una mujer, valga la redundancia.
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