La memoria es caprichosa. La Revolución Cubana de 1959 ha tenido un protagonismo literario y cinematográfico muy superior al que correspondería al peso objetivo del país y del acontecimiento. Nuestro imaginario colectivo está lleno de recuerdos del episodio, cosa que no ocurre con otras asonadas cercanas en el tiempo en países más poblados. Quizás sea culpa de las secuencias de El Padrino II, o de la cercanía de la isla a EEUU, o, sencillamente, de que el comunismo siempre ha sido hábil para barnizar de épica los episodios más oscuros.
Dentro de esa amplia producción –de simpatías más bien inclinadas, con algunas excepciones, hacia el bando rebelde-, Télex desde Cuba ofrece un punto de vista propio, a medio camino entre la novela histórica y la literatura de entretenimiento; con ciertas pretensiones de estilo, pero sin renunciar a la acción.
Desplegando un rico instrumental narrativo que nunca llega a abrumar al lector, Kushner va mostrando la realidad de la isla desde diversas perspectivas. La más difícil, y creo que la más lograda, es la de unos muchachos estadounidenses, hijos de empresarios del azúcar, que resultan unos narradores inocentes y creíbles de la realidad cubana.
Entre los personajes reales con más encanto, por el libro se pasean Xavier Cugat o Ernest Hemingway. También, claro, Castro o Batista, aunque sin excesivo protagonismo. De los ficticios, me quedo con La Mazière, traficante de armas francés y colaboracionista nazi, enredado en extrañas relaciones con el régimen de Batista y, de forma indirecta, con los rebeldes. O quizás con Rachel, una bailarina y prostituta capaz de aproximar en su alcoba, sucesivamente, a revolucionarios y a partidarios de la dictadura, aunque ella tenga claro su bando.
Esta novela, la primera de su autora, fue elegida entre las finalistas del Nacional Book Award 2008 y se incluyó en las listas de mejores libros de ese año del Washington Post y del New York Times. Rachel Kushner, nacida en Oregón en 1968, publicó relatos en las principales revistas norteamericanas antes de debutar en el formato largo. Después ha publicado otras dos novelas razonablemente exitosas.
Que nadie espere una novela política. Es, esencialmente, una buena historia de personajes, de peripecias y de aventuras, en un contexto agitado y con un fondo caribeño. Nada más. Y nada menos.