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Reseñas
literarias
Itxu Díaz

Rosas de papel

por:
Esperanza Ruiz
Editorial
Homo Legens
Año de Publicación
2023
Categorías
Sinopsis
Rosas de papel es un viaje al corazón de un hombre común en duelo por un acontecimiento imprevisto. En un instante, toda la luz se apaga. Nada vuelve a ser como antes cuando algo se rompe por dentro. Y es que Juan era demasiado convencional: su vida de siempre, su gente de siempre, su novia de siempre. En su primera novela, Itxu Díaz nos presenta una historia emocional y adictiva en torno a un hombre que ha perdido su lugar en el mundo.
Itxu Díaz

Rosas de papel

Acabé Rosas de Papel anoche, en el conticinio. Emocionada. Con una emoción de la de ir a buscar un pañuelo, no me importa decirlo. Escribo sobre él tan sólo unas horas después aunque sospecho que la historia de Juan me acompañará unos días. Habitará de manera desordena el alma, anudará el estómago -estrechando el cardias durante un tiempo-, hasta encontrarle acomodo entre las poesías, la música, los paisajes y las conversaciones que van configurando el corazón.

Una se pregunta por qué Itxu Díaz (La Coruña, 1981) ha tardado tanto en escribir una novela. El autor lleva a sus espaldas diez libros y millares de artículos probablemente. Sin embargo, tampoco sé bien si ha escrito una novela, un poema o una canción. Quizá ha escrito una caricia en medio de la desolación, si tal cosa es posible.

La historia es dura, la prosa sobresaliente. Díaz cuenta que su protagonista encarna al tipo del escolio de Nicolás Gómez Dávila: «Todo hombre vive su vida como un animal sitiado». Juan, un chico normal, con novia y carrera, sufre un trastorno de ansiedad leve que le lleva a ponerse en manos de un psiquiatra. Hasta ese momento y como cruz en este valle de lágrimas, sale bastante bien parado en el cómputo general.

El estado de sitio comienza para él con un Cantábrico que otoñea de fondo. La mujer con la que esperaba alcanzar la eternidad le abandona. En un bar del puerto, en una tarde de plomo, sin derecho a réplica ni explicaciones que amortigüen la existencia partida en dos. El resto es toda una vida que se desliza irredenta hacia el abismo de la soledad y la locura.

Hace frío en el camino de Juan sin Claudia. No hay odio por el robo del futuro resplandeciente, pero se rompe el hilo del que pendía la coherencia, la esperanza, la vida con sentido.

Juan queda invalidado para las cosas del vivir. «Mi estado de lejanía con el mundo que me había sido tan propio lo había vuelto ajeno».  La narración abarca hasta el invierno de la edad pero su tempo no es el cronológico, sino el emocional. Los días de Juan transcurren hacia el declive con ligereza, salpicados por algún que otro hito que es casi accesorio en el mapa sentimental emborronado del protagonista. Itxu Díaz es capaz de encontrar la suavidad en la sordidez, el humor fino en la desesperación, la delicadeza en el ser humano desahuciado.

El capítulo titulado Este Madrid resulta una composición poética –marca de la casa, Díaz es un excelente bardo que cree que escribe prosa-  y, desde mi punto de vista, marca el inicio de una segunda parte, si no de la historia, sí en lo literario. El lector queda prácticamente a solas y en absoluta intimidad con los pensamientos y emociones del protagonista.  En un desangelado piso en la plaza de Santa Ana tiene lugar, Juan frente al espejo, un monólogo interior que eriza la piel. Acuérdense de mí en la página 177.

Sin pretender dar lección alguna o moraleja explícita, tan solo hablar desde el corazón de un hombre reducido a escombros, lo cierto es que uno de los grandes temas del libro es el que no está. Aquél que desasosiega la mente con preguntas una vez se leen las últimas líneas (y se secan las últimas lágrimas). Ésas que nos azuzan cuestionándonos cuáles son nuestros asideros con el mundo, dónde hemos puesto los añicos del corazón cuando ha sido menester recogerlos en la oscuridad. El autor narra el declive de una persona corriente, abocada a un destino tan extraordinario como sórdido, y, sin embargo, plantea los acontecimientos con tal naturalidad que es inevitable que asome un temor a emularle, a perder las riendas de nuestra propia vida.  La maraña en la mente de Juan, la incapacidad para sobrevivir sin lo que, hasta el inicio de la debacle, le había configurado como adulto, no resulta extraño ni ajeno.

La encrucijada, la prueba, el fracaso descrito con crudeza y belleza al tiempo, son, en este libro, tan reconocibles como amenazantes.

Hablar de Itxu Díaz es hablar de pop español  (también es autor del magnífico Nos vimos en los bares y director del podcast de Popes 80) por lo que en Rosas de Papel no podían faltar las referencias musicales.  No soy muy amiga de las incursiones extraliterarias en las novelas y, sin embargo, he de admitir que en este caso se han escogido las estrofas precisas, los estribillos que son adjetivos para el texto, los autores que resuenan en una generación. También sorprenden, por ser de sumo gusto, las referencias de escritores y libros que manejan los distintos personajes de la novela.

Díaz ha compuesto junto a Dani Royo una canción, interpretada por este último y del mismo nombre que la novela, que acompaña de manera perfecta la melancolía suave y el intimismo poético de Rosas de Papel.

ENTREVISTA

La historia tiene lugar en tres ciudades distintas. En Santander Juan se rompe, y Madrid resulta una promesa vacía. ¿Puede una ciudad salvar una vida?

Una nueva ciudad, un cambio de aires, es también una nueva oportunidad. Nos afecta más de lo que creemos ver siempre el mismo paisaje, el mismo entorno rutinario, nos bendice con la estabilidad en la calma, pero también nos aturde en la tormenta. Siempre he militado en el equipo de los que, cuando necesitan pensar, se van junto al mar.

En Rosas de Papel hay un Dios que guarda silencia y un hombre que no espera nada. ¿Cuál es el último hilo que conecta a un hombre con la vida?

Dios guarda silencio literario, tal vez esté implícito. Pero hay un Dios que sí asoma a veces entre el miedo, el de las primeras oraciones de la niñez, y tal vez sea el hilo, el último asidero. Las oraciones al Cristo del colegio y el niño que fuimos. Eso debería ser suficiente para cualquier cosa.

Se ha puesto en la piel de un personaje al que ha dejado sin margen de maniobra, que no sabe salir de un agujero negro y nos ha hecho sufrir. No le voy a desear que usted también haya sufrido, pero imagino que hay algo de  catarsis en adentrarse en el epicentro del dolor.

Más que meterme en la piel de Juan, me he sentado a su lado y lo he acompañado por la selva de la vida. Todos hemos experimentado dolor y todos sentimos el nuestro propio como algo inédito y terrible; el dolor no es objetivo. La risa, el amor y la pena vividas, siempre me han ayudado a escribir.

Curiosamente, la canción de Rosas de Papel tiene el mismo efecto que la novela. Queda rondando en la cabeza unos días. ¿Cómo surge la idea de componerla y cuál fue el proceso?

Una vez terminada la novela, sentía que los personajes seguían latiendo dentro. No era capaz de deshacerme de ellos, incluso cuando ya había entregado el manuscrito al editor. Así que le concedí al protagonista un último capricho, y garabateé unos versos, que terminaron sonando muy musicales. Pensé que sería bonito hacer una canción, compartí los versos con un buen amigo y mejor artista, Dani Royo, y él completó la historia y convirtió aquello en un bolero precioso, que hemos incluido como contenido extra en la novela.

Se trata de su primera novela, a pesar de ser un escritor reconocido y prolífico. ¿Sintió la necesidad, se encontró con la historia, ha sido un paso natural…?

Mi estilo es extraño. A veces pienso que hay más historias de ficción en mis ensayos o artículos que en la novela. Me aburre ceñirme al género, prefiero naufragar entre letras sin encapsular. Rosas de Papel es una historia de ficción, por supuesto, pero también podría haber sido una larga crónica: he conocido a todos los personajes que figuran en la novela, todos los lugares, y todas las sensaciones.

Y sobre todo, ¿habrá más? Y no me engañe como la última vez que le pregunté, después de Todo iba bien, y me dijo que había cerrado el chiringuito.

Tengo la extraña sensación de que Rosas de papel es un comienzo, como si estuviera ante el inicio de algo, o quizá me gusta pensar que será así. Pero en todo caso, no dependerá de lo que yo opine. Hace mucho que no escribo para mí, aunque a veces hacerlo me ayude a sangrar heridas o a reírme de mí y del mundo. Rosas de papel es una gran pregunta a la gente que con tanta amabilidad me sigue desde hace años.

Gracias, Itxu. Por cierto, la respuesta es un SÍ enorme.