¿Viola la vida las leyes de la física? ¿Faltan aún leyes en la física, precisamente las necesarias para describir la vida? ¿Qué es lo característicamente vivo? ¿Qué es la vida? Quizá sea ésta la pregunta primera, fundamental, de nuestra existencia, una pregunta que surge con sencillez, pero que ha sido siempre motivo de interminables polémicas. La intención del Premio Nobel Erwin Schrödinger en este libro es doble: por una parte, apunta hacia un fin científico, procurando acercar el concepto de orden termodinámico al de complejidad biológica, y, por otra, irrumpiendo de lleno en el campo de la filosofía, vuelve a levantar la cuestión del determinismo y el azar frente a conceptos como la libertad, la responsabilidad individual o la creatividad...
Mi paso por la Facultad de Filología me inculcó una idea muy precisa de lo que suponía leer un texto. Había que sopesar cada palabra, considerar etimologías, preguntarse por la radiación de un adverbio concreto y comprobar el efecto de las ondas de un adjetivo en la superficie de la frase. En suma, había que desmontar cada párrafo y etiquetar todos sus engranajes para comprender el funcionamiento global del mecanismo.
Todo eso cambió cuando decidí seguir estudiando, pero ahora en la Facultad de Filosofía. Como tenía que hacer un TFM, investigué un poco, me peleé con algunos artículos para iniciados y me planté en el despacho de mi tutor. Llevaba un libro con la esperanza de que me aclarara el sentido de algunos fragmentos. “Tengo algunas dudas sobre…”; pero no me dejó ni abrir el libro y con un gesto de indiferencia me explicó que no había que entender todo lo que se leía, es más, lo normal es no entender siquiera todo lo que se escribía. Lo importante, me instruyó, es coger la idea, el aire.
El aire. Solo el aire. Aquello me liberó y convirtió en un lector mucho más intrépido y desvergonzado. Desde entonces he cruzado –no diré leído– libros para los que no estaba preparado pero de los que me he llevado un aroma, una idea… El aire. Así, por ejemplo, en el campo científico, en el cual no puedo formarme porque no tengo tres vidas y porque, como me distraiga, los de mi rama me comen la tostada. Ahora, me interesa; y ese interés me ha llevado al libro de hoy: ¿Qué es la vida? del dudoso dueño de un gato Erwin Schrödinger.
Son un puñadito de páginas cuyo germen se encuentra en unas conferencias pronunciadas, en el año 1943, en el Trinity College de Dublín. Su subtítulo reza El aspecto físico de la célula viva, pues resulta, y yo acabo de enterarme, que la física tiene ciertos problemas a la hora de enfrentarse al surgimiento y sostenimiento de la vida. Por decirlo de otro modo, lo que sabemos es suficiente para explicar lo inerte, no obstante, solo da para atisbar el meollo de lo que anda por ahí bullendo, respirando y pegando saltos.
Más allá de los deberes y confines de las disciplinas, el opúsculo de Schrödinger es un manual de fascinación para profanos. Cierto que cuando comparecen números un servidor se despista un poco; pero cierto también que, entre una opacidad y la siguiente, se va entendiendo el prodigio de que unos pocos e inquietos átomos encuentren la manera de colaborar para formar moléculas que forman genes que te forman a ti que aleteas para frenar tu caída en el abismo de la termodinámica.
Qué jodida la termodinámica, sobre todo su segunda ley. Y qué maravillosa la danza de la materia, grande, mediana y pequeña, caminito de la extinción. Porque aquí el destino de todos es meridiano, pero la voltereta que estamos dando al borde del precipicio es prodigiosa, y su análisis la hace más prodigiosa aun. Estamos aquí para asombrarnos y para ello hay que salir a veces del dominio de uno, aunque solo sea para coger el aire.