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Reseñas
literarias
Byung-Chul Han

No cosas

por:
José María Carabante
Editorial
Taurus
Año de Publicación
2021
Categorías
Sinopsis
«Hoy estamos en la transición de la era de las cosas a la era de las no-cosas. No son las cosas, sino la información, lo que determina el mundo en que vivimos.» Hoy en día, el mundo se vacía de cosas y se llena de información inquietante como voces sin cuerpo. La digitalización desmaterializa y descorporeíza el mundo. En lugar de guardar recuerdos, almacenamos inmensas cantidades de datos. Los medios digitales sustituyen así a la memoria, cuyo trabajo hacen sin violencia ni demasiado esfuerzo. La información falsea los acontecimientos. Se nutre del estímulo de la sorpresa. Pero este no dura mucho. Rápidamente sentimos la necesidad de nuevos estímulos, y nos acostumbramos a percibir la realidad como una fuente inagotable de estos. Como cazadores de información, nos volvemos ciegos ante las cosas silenciosas y discretas, incluso las habituales, las menudas y las comunes, que no nos estimulan, pero nos anclan en el ser. El nuevo ensayo de Byung-Chul Han gira en torno a las cosas y las no-cosas. Desarrolla tanto una filosofía del smartphone como una crítica a la inteligencia artificial desde una nueva perspectiva. Al mismo tiempo, recupera la magia de lo sólido y lo tangible y reflexiona sobre el silencio que se pierde en el ruido de la información.
Byung-Chul Han

No cosas

Estamos acostumbrados a que se nos advierta de los perniciosos efectos que pueden tener las nuevas tecnologías en nuestro cerebro, en el desarrollo de los niños o incluso en la vista o la salud. Byung-Chul Han, el coreano que con sus libros precisos y breves como haikús ha puesto de moda la filosofía para el gran público, siempre ha ido un paso más allá y, en continuidad con autores como Heidegger, Foucault, Barthes o Deleuze, ha precisado otras secuelas. Por ejemplo, la ubicuidad de la tecnología permite que el poder nos adiestre con mucha más facilidad y multiplica los dispositivos de control. Además, ha acelerado la transición de sociedades disciplinarias, que subyugaban el cuerpo, a sociedades del rendimiento, en el que el individuo ya no necesita coacción externa: es su propia psique la que le conduce, complacientemente, hacia el cadalso.

Han busca despertar la conciencia anestesiada del hombre de hoy. Y parece que tiene en cuenta ese narcótico que bebemos todos los días a través de las redes sociales porque sus libros recuerdan una y otra vez idénticas tesis: junto a la interiorización de la coerción, aparece también en este último ensayo la idea del carácter totalitario de la transparencia, los déficits del hipercapitalismo, la disipación de la alteridad, la servidumbre de la happycracia, entre muchos otros fenómenos. Ahora bien, esta vez sigue una liebre avistada en su anterior obra sobre los rituales, preguntándose por las consecuencias ontológicas de las nuevas tecnologías.

¿Por qué habla Han de “no-cosas”? Según este pensador exótico afincado en Alemania la tecnología ha transformado nuestra relación con el mundo. Es fácil comprobarlo en la experiencia diaria con los smartphones: el mundo, como objeto de apropiación y posesión -como “ser a la mano” que sostendría Heidegger- ha desaparecido. Eso implica que el hombre ha perdido los asideros que lo territorializaban, por decirlo así. Y, con ellos, consistencia. Ya no “habitamos el mundo” porque se ha transformado la época: hemos dejado atrás la era de la posesión y ha advenido, casi sin que nos diéramos cuenta, la del “acceso”. El objeto real ha sido postergado, reemplazado por la información volátil, etérea, mudable.

El cambio no es baladí: las cosas permitían el encuentro y la conformación de lazos comunitarios, mientras que, a juicio de Han, en la relación virtual “el otro cada vez está menos presente”. Si nos falta mundo, nos falta lo que compartir. Por otro lado, esa sustitución convierte en realidad el panóptico imaginado por Bentham: mientras que las cosas no nos espían ni nos hurtan el yo, su desaparición nos deja al albur del dataísmo, puesto que el poder -político o económico, si es que hay diferencias- aprovecha contra nosotros la información personal que, ingenuamente, le dispensamos sin coste alguno.

La información nos convierte en siervos, en yonquis. Al estar sometidos al cambio constante, a las notificaciones instantáneas, nuestro cerebro requiere cada vez más estímulos y más sorpresas. Por eso, se consulta una y otra vez la pantalla, mientras la naturaleza que nos rodea se nos escapa y, con ella, la posibilidad de auténticas experiencias. Un libro perturbador, pero necesario para salir de esta distopía metafísica en el que estamos inmersos.

Temática:
Las nuevas tecnologías han contribuido a transformar nuestra relación con los objetos, sustituyendo las experiencias humanas por simulacros virtuales
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Te interesa entender por qué los cambios tecnológicos son algo más que inventar aparatos, así como su repercusión en el hombre y su entorno
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