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Reseñas
literarias
Edith Warton

Las hermanas Bunner

por:
Esperanza Ruiz
Editorial
Contraseña Editorial
Año de Publicación
2011
Categorías
Sinopsis
«La novela nos recuerda, por su precisión, el mecanismo de un reloj. Es un magnífico ejemplo de equilibrio narrativo. Al mismo tiempo, es un caso excepcional en la obra de Wharton. Por el ambiente en que se desarrolla la acción y por la especial simpatía con que la autora se acerca al personaje central, Las hermanas Bunner se destaca entre toda su producción. Su lectura revelará a quienes no hubieran tenido la oportunidad de conocer este texto un aspecto nuevo de la autora norteamericana y nos confirma el enorme talento que poseía.» Soledad Puértolas. Ann Eliza y Evelina Bunner, las protagonistas de esta novela corta, regentan una modesta mercería en un barrio humilde de Nueva York. Un día, con motivo de su cumpleaños, Ann Eliza le regala a su hermana un reloj. Este objeto será el causante de que los cimientos sobre los que se asientan sus vidas empiecen a tambalearse. Edith Wharton escribió esta conmovedora historia sobre la abnegación y el sacrificio en 1892, si bien no la publicó hasta 1916 en el volumen titulado Xingu and other stories. A pesar de su temprana fecha de redacción, los conocedores de su obra no dudan en considerarla una de sus creaciones más logradas. En ella quedan patentes tanto su habilidad a la hora de desarrollar una trama como su maestría para describir el ambiente en el que se desenvuelven sus narraciones y como plasma las motivaciones, las dudas y los anhelos de sus personajes.
Edith Warton

Las hermanas Bunner

¿Se puede escribir algo interesante sobre una mercería regentada por dos hermanas solteras y huérfanas que viven en la trastienda? ¿Y si además les digo que su universo se reduce a una calle sucia, apuros para llegar a fin de mes y tres o cuatro conocidos?

Edith Wharton lo hizo en 1892. La autora contaba con 30 años y se adentró en un mundo que le era ajeno. El local comercial de Ann Eliza y Evelina Bunner se encuentra situado en un barrio humilde de Nueva York y tan sólo unas calles más abajo todo es hampa y miseria; el día a día de las protagonistas trata de abnegación, sacrificio y tedio.

Las hermanas Bunner no fue publicado hasta 1916, fecha en la que se incluyó en una obra titulada Xingu and other stories.

El 24 de enero pasado se cumplían 159 años del nacimiento, en el seno de una familia acomodada, de Edith Newbold Jones (nombre de soltera). Recibió una educación privada privilegiada y desarrolló una sensibilidad especial para descifrar códigos y sentimientos en el reducido ambiente aristocrático, que compartía con menos de cien familias, en el que se desenvolvió. Se muestra muy crítica con aquella sociedad que se expresa a través de convencionalismos y oculta emociones y pasiones. En La edad de la inocencia, su novela más aclamada -y premiada con el Pulitzer en 1921- se despacha a placer contra la hipocresía y los tics de la alta sociedad.

Precisamente, a diferencia de sus novelas de sociedad, en Las hermanas Bunner alcanza una mayor universalidad por tratar sentimientos elevados en gente corriente. Es su primera obra y ya adelanta lo que sería su gran baza en el resto de su obra: la hondura en el retrato psicológico. Edith Wharton toma parte por Ann Eliza, la mayor de las hermanas, y la presenta como un prodigio de contención y dación a su hermana menor, de la que se siente responsable, hasta el punto de renunciar a aquello que le puede cambiar la vida. Quizá en esta novela no esté tan desarrollada, aunque se ven destellos, la ironía que tan bien manejará y que protagonizará su extensa producción posterior. Quizá, la precariedad económica en la que sume a las hermanas y a su asfixiante entorno le otorga una mirada compasiva sobre sus personajes.

A pesar de que la escritura de Wharton no se caracteriza por una gran acción narrativa, privilegiando la descripción de ambientes y personajes, Las hermanas Bunner no tiene, ni mucho menos, un ritmo lento ni claustrofóbico -más allá de conseguir transmitir la monotonía de la supervivencia de dos mujeres pobres en una sola estancia y sin apenas relaciones sociales-. En este sentido, en algunos momentos nos parecerá estar leyendo a Chéjov o a cualquier escritor ruso del XIX, tal es el talento de Edith Wharton. La cotidianidad de las hermanas Bunner se ve sobresaltada por tres o cuatro giros de guión sorprendentes, inesperados, de los cuales únicamente es posible explicar aquél que inaugura la historia, para despertar la curiosidad del lector pero no estropear su lectura.

En efecto, el letargo en que se hallan sumidas Ann Eliza y Evelina acaba cuando la primera decide gastar el dinero recibido por un encargo de costura en adquirir un reloj para regalárselo a su hermana por su cumpleaños. Las hermanas Bunner no disponían de uno y Evelina tenía que salir a la plaza y caminar, hiciera frío o calor, varias veces al día para mirar el reloj de la torre. En un momento dado de la novela, cuando acontece el mal, ni Wharton ni sus protagonistas lo juzgan e incluso puede que al final de la misma la autora quiera hacer un guiño a la Gracia. En cualquier caso, se trata solo de una conjetura porque presenta los hechos sin juicio, o lo hace a través de los ojos de Ann Eliza, lo que viene a ser lo mismo. Curiosamente la verdadera personalidad de Edith Wharton es opuesta a aquella de cuya voz se hace dueña en Las hermanas Bunner. Wharton tenía una gran personalidad, viajaba incansablemente – realizó 66 viajes a Europa a lo largo de su vida-, fue una entusiasta de la decoración y la arquitectura y, en los últimos años de su matrimonio devastado por las infidelidades de su marido, tuvo un amante. Ann Eliza es una mujer de fuertes principios y mayor abnegación, de una capacidad de renuncia casi sobrehumana. Además, está atrapada en una vida sin futuro ni perspectiva de felicidad más allá de una taza de té, un bizcocho de limón y una cama caliente en la que pueda notar la respiración de su hermana.

El lector no quedará solo envuelto por la atmósfera y la curiosidad por el desenlace, la prosa de Wharton es un verdadero disfrute y una promesa de lo que sería capaz después. No en vano, en 1923 fue la primera mujer en ser nombrada Doctor Honoris Causa por la Universidad de Yale, en 1924 hizo lo propio al conseguir la Medalla de Oro del Instituto Nacional de las Artes y las Letras y en 1926 fue nombrada Miembro de la Academia Americana de las Artes y las letras. Su vasta producción incluye además de novelas, libros de viajes, relatos y poemas.

En 1907 se instaló definitivamente en Europa, donde fue amiga y discípula de Henry James y se codeó con personas tan influyentes como Hemingway, Scott Fitzgerald y los artistas de Montparnasse y Montmartre. En su círculo de amistades también frecuentó al presidente Roosevelt.

Conozcan o no el resto de la obra de Edith Wharton, Las hermanas Bunner es una opción perfecta para pasar un par de tardes de invierno e iniciarse en ella si fuera el caso. Lejos de ser una obra menor parece encomiable que la autora logre atrapar con las premisas que explicábamos al comienzo de esta reseña, sirviéndose, ni más ni menos, que de talento desnudo.

 

Temática:
Amor fraternal
Te gustará si te gustó:
Dónde leerlo:
En una calle perdida en Soho (NY)
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Un café americano con un bagel con queso crema y salmón
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