En estas páginas se cuenta la vida y la fulgurante carrera de la Chef, una cocinera de origen humilde que, a base de abnegación y talento, alcanza contra todo pronóstico la cima de la gastronomía francesa. No la mueven el éxito ni el reconocimiento de la burguesía que degusta sus manjares. Su visión del arte culinario, ajena a las banales florituras de la cocina moderna, tiene mucho de búsqueda —o de cruzada— espiritual. Pero ¿quién es realmente la Chef más allá de los fogones? Como una artista, como una mártir, como una santa, parece haber sacrificado su intimidad en el altar de la perfección culinaria. En su juventud tuvo un padre incierto, pero al iniciarse en la hostelería dejó al bebé a cargo de su familia. Mucho tiempo después, esta hija se revelará como una fuente de culpa y sumisión, el talón de Aquiles que hará tambalearse una obra (casi) perfecta.
Nunca había caído en la cuenta de lo difícil que podía ser escribir un libro sin capítulos, todo seguido. Evidentemente, tampoco me había planteado la complejidad de no usar ni un punto y aparte en toda la publicación, pero es que yo no soy Marie Ndiaye, autora de la Chef y de más de veinte novelas en su haber, además de obras de teatro y libros infantiles.
La Chef es la novela introspectiva por excelencia. La autora va llevando al lector lentamente, con la zozobra de las palabras a lo más profundo de la existencia de una mujer, de orígenes remotamente humildes y una pasión exacerbada por la cocina, que es el motor de conducción de su vida. Para muestra, un botón:
«Posteriormente, su mayor preocupación sería tener el mayor cuidado posible con los productos que empleaba; se inclinaba ante ellos, les rendía homenaje, les expresaba su gratitud y los respetaba tanto como podía, fueran verduras, hierbas, plantas o animales; no desdeñaba, no derrochaba ni estropeaba nada, no se comportaba vilmente con ningún ingrediente, no despreciaba ninguna creación de la naturaleza, por modesta que fuera, y eso era aplicable a los seres humanos, aunque a estos no tuviera que trabajarlos, y eso era aplicable a todos nosotros: nunca nos humilló».
Relatado por un antiguo asistente de cocina enamorado de la protagonista, pero cuyo amor es no correspondido, el libro va transitando por la vida de la cocinera a la que el éxito del público, lejos de llenarle, le abruma y la fama y reconocimiento de la burguesía de entonces, en pleno apogeo de la cocina francesa, le agobian. La Chef es una suerte de asceta, que blinda su mundo interior por completo a los demás y al propio lector. Una mujer obsesionada con la perfección, cuyo talento desbordante acaba secuestrando y ahogando los delirios de vivir de la protagonista.
En este fantástico libro, la autora aprovecha para profundizar en dilemas sociales y en ocasiones el texto se permite recrearse en búsquedas personales o inquietudes de la autora, que entrelaza a la perfección con esta historia de superación y sufrimiento a partes iguales, en la que demuestra cómo la obstinación descontrolada puede dominar por completo la felicidad de quien la permite.
Quizás esta historia no ocurre todos los días, pero lo cierto es que las obstinaciones existen y devoran como la bruma espesa el paisaje de realidades de la gente. Vivimos en una sociedad en la que somos nosotros mismos los que creamos obstinaciones innecesarias, que confiscan las briznas de felicidad que tiene la rutina. No todos seremos como la Chef, pero si dejamos que las pequeñas obsesiones nos embarguen y dominen nuestras pequeñas decisiones del día a día. Que leer la Chef sea un punto de inflexión para ello. Os lo recomiendo.