Tengo en mis manos una edición de La Bella y la Bestia (Reino de Cordelia, 2013), de Madame Leprince de Beaumont, que es un caramelito. La traducción y el prólogo son de Luis Alberto de Cuenca, y las ilustraciones son las preciosísimas de Walter Crane. Me encanta la textura de la sobrecubierta y la de las guardas, no tanto la del papel interior, que me gusta más cuando tiene algo de rugosidad, aunque haya imágenes en el texto.
Las ilustraciones de Walter Crane, el más prolífico e influyente ilustrador inglés de libros de la época victoriana, con sus coloridos tan alegres y elegantes, son una maravilla y le van al libro como anillo al dedo. Leo que sus principales influencias fueron los bajorrelieves del Partenón de Atenas, que tenía la suerte de tener muy a mano en el Museo Británico gracias a los largos dedos de Lord Elgin, y los grabados japoneses de colores, que imitó en una serie de libros infantiles con los que creó una nueva moda. Brujuleando por Internet se me antoja todo lo suyo.
Cada día me gustan más los cuentos clásicos, a los que de niña no presté ninguna atención. Me divierte leer historias en las que los malos son malísimos (vaya tela con las hermanas de la Bella)y los buenos, buenísimos, y sobre todo disfruto con esos castigos que tan poco se parecen a los que impongo yo en mi casa. Al final de La Bella y la Bestia, por ejemplo, un hada convierte a las hermanas de la Bella en dos estatuas de piedra que conservarán, sin embargo, todo su raciocinio, para que puedan ver de cerca la felicidad de su hermana Bella y rabiar bien de envidia. Es más, para que les quede lo justito de esperanza, les dice: «No podréis regresar a vuestro estado anterior hasta el momento en el que reconozcáis vuestras faltas. Mucho me temo que vais a permanecer bajo la especie de estatuas para siempre, pues se corrigen el orgullo, la cólera, la glotonería y la pereza, pero es casi un milagro la conversión de un corazón malvado y envidioso». Vamos, que tienen poco remedio o ninguno.
Me encanta ver a editoriales como Reino de Cordelia haciendo ediciones tan cuidadas, con ilustraciones preciosas, de cuentos de toda la vida. Cuánta variedad, cuánta gente poniendo tanto de su parte, cuántos libros bonitos nos rodean. Qué suerte tenemos.