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Reseñas
literarias
Jacobo Bergareche

Los días perfectos

por:
Aurora Rice
Editorial
Libros del Asteroide
Año de Publicación
2021
Categorías
Sinopsis

Luis, un periodista cansado de su trabajo y su matrimonio, planea asistir a un congreso en Austin, Texas. El viaje es una mera coartada para encontrarse brevemente con Camila, quien se ha convertido en el único aliciente de su vida. Pero cuando está a punto de partir, recibe un mensaje suyo: «Dejémoslo aquí, quedémonos el recuerdo». Desconsolado y sin saber qué hacer en Austin, se refugia en un archivo de la universidad, donde se topa casualmente con unas cartas de William Faulkner a su amante Meta Carpenter. La lectura de esta larga correspondencia lo ayuda a reconstruir el recuerdo de su aventura amorosa y a reflexionar sobre su tedioso matrimonio, pero también a preguntarse cómo hay que vivir para lograr que cada día valga la pena. Con altas dosis de verdad y humor y una enorme fuerza narrativa, Jacobo Bergareche arrastra al lector en esta singular y cautivadora novela que explora de forma universal la fiebre del enamoramiento y la inevitable rutina de las relaciones de largo recorrido. Un libro cuya excepcional solidez y originalidad revelan la madurez literaria del autor.

Jacobo Bergareche

Los días perfectos

La sola palabra tiempo nos vale para nombrar varios conceptos que, en griego, tienen cada uno su propio nombre y su propia iconografía, tan distintos entre sí como lo son en inglés time y weather. Entre ellos, Kairós, joven bello, de pies alados, la nuca rapada y el flequillo largo (¡hay que agarrarlo de frente, luego ya se escapa!), es el tiempo fugaz, «el instante de vértigo, el punto en que se abre la rendija de una posibilidad». Otro, Aión, es el ciclo, la eternidad, lo estable y próspero, lo que vuelve siempre, representado a veces joven y a veces anciano, dentro del círculo zodiacal.

Es el tema recurrente de Los días perfectos, un epistolario distinto: las diversas maneras de percibir el tiempo. Luis escribe a Camila una carta larguísima; con ella ha pasado en total siete días perfectos, en un espacio de tres años: «Es preciso contar también el tiempo sin ti, porque también la ausencia le ha dado forma a lo nuestro, igual que el silencio se lo da a la música, y la sombra a la pintura». Escribe otra mucho menos extensa a Paula, su mujer, con la que tiene toda una vida en común, una vida «como un enorme buque cargado de contenedores». Todo ello hilvanado con las cartas de William Faulkner a su amante, cartas que nunca debió ver nadie más que ella, pero que vendió (¡ay!) y, guardadas en un archivo en Texas, ya podrá leer siempre quien quiera leerlas. Se nos presenta una triangulación como la vida misma: en las dos cartas de Luis hay muchas partes idénticas, y hay omisiones, y mentiras, y medias verdades; el lector es quien tiene la imagen más completa del protagonista, una imagen honesta y sincera, de luces y sombras como la de todos. Es una composición magistral.

Como tantas buenas novelas, esta nos lleva a otros lugares, a distintas músicas, a más libros. Con Camila y Luis conocemos Austin, capital de Texas: vamos a bailar al White Horse, un honky-tonk de lo más auténtico, con el atuendo comprado en Allens Boots; a Micklethwait a comer chorreante y suculenta barbacoa tejana, «la única aportación gastronómica imprescindible de EE. UU.», y «la mejor hamburguesa de Austin» en el Casino El Camino, famoso por su épico bloody mary. Buscaremos canciones de Lou Reed, de los Rolling, de Sam Cooke o de T.Rex, y la poesía erótica de Bilhana (y conoceremos la hermosa historia del poeta), y el poema Ephemera de Yeats. Querremos leer algo de Faulkner, si no lo conocemos aún. Sus cartas nos hechizan, unas cartas llenas de dibujos, de ternura y de poesía: «I am to see you tomorrow. Tomorrow. Tomorrow». El tiempo, de nuevo.

Los dos grandes de la escena literaria americana a mediados del siglo XX eran Faulkner y Hemingway, reconocidos internacionalmente, premiados con el Nobel, maestros del relato y la novela. Y diametralmente diferentes: al estilo terso, directísimo y engañosamente sencillo de Hemingway, Faulkner opone una narración marcada por la perspectiva cambiante, y unas frases larguísimas, entre ellas la más larga de la literatura según el Guinness: es el monólogo interior. No se dedicó exclusivamente a la novela: colaboró en películas de la época dorada de Hollywood como Tierra de faraones, Gunga Din, El sueño eterno o Tener y no tener, esta última basada precisamente en una novela de Hemingway.

«Cualquiera que tenga curiosidad por la novela del siglo XX en cualquier idioma tiene la obligación de leer a William Faulkner». Palabras de Javier Marías. Faulkner, de cuya muerte se han cumplido ahora sesenta años, recurre al stream of consciousness o monólogo interior, que con tanta genialidad usa Marías. Borges dijo de ¡Absalón, Absalón!: «Es comparable a El ruido y la furia. No sé de un elogio mayor». Los días perfectos alude varias veces a Las palmeras salvajes, sobre todo a una frase recurrente: «Entre la pena y la nada, elijo la pena».

«La literatura», dijo Faulkner, «tiene el mismo impacto que una cerilla que se enciende en medio de un campo en mitad de la noche. La cerilla ilumina relativamente poco, pero nos permite ver cuánta oscuridad la rodea».

¿Qué dicen del libro?

Mario Vargas Llosa

«Amena, divertida, insolente y muy bien escrita»

Marta Orriols

«Una historia capaz de volvernos a abrir los ojos a la capacidad inagotable del amor y el desamor. Con una escritura bella y sólida salpimentada con tintes de humor, nos muestra el idilio y lo extraordinario y en el otro extremo, el hastío de los pequeños fracasos cotidianos»

Miguel Ángel Hernández

«Una hermosa y elegante narración sobre la memoria del amor, la nostalgia de las primeras veces y la posibilidad de reparar todo aquello que el tiempo erosiona. Una carta de amor conmovedora que nos sitúa ante una de las decisiones más difíciles a las que uno se ha de enfrentar en la vida: elegir entre la pena y la nada»

Bruno Pardo (ABC Cultural)

«Bergareche se entrega a la exploración de la memoria y el deseo, a lo que acontece en el corazón y otras latitudes, y termina elaborando una suerte de sociología íntima, aunque nunca abandona el tono íntimo de lo epistolar»

Alberto Olmos (El Confidencial)

«Sumamente original»

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