Desde que publicó Gilead, la primera parte de la tetralogía que culmina ahora Jack, Marilynne Robinson ha ido poblando su geografía literaria con auténticas obras maestras que, además, tienen la ventaja de no exigir una lectura cronológica. De hondas raíces calvinistas, sus relatos ayudan a redescubrir esas dimensiones de la realidad más profundas y espirituales y tratan de temas imperecederos, como el amor, la culpa, la gracia o la salvación.
Robinson escribe de un modo calmoso y es dueña de una prosa lenta, por decirlo así, pausada, capaz, como muy pocas de las que existen, de infundir sosiego en quien se empeña en seguirla. En ella, fondo y forma constituyen dos caras de una misma moneda porque es importante lo que se cuenta, pero también el preciosismo de cómo se relata. Atenta al detalle, la autora americana es consciente de que también en la escritura “el espíritu sopla donde quiere”.
Jack es el hijo rebelde del reverendo Boughton y arrostra el peso de una existencia sin rumbo, entre la bebida y el delito. Alejado de su familia, se instala en un hostal de St. Louis, sin una perspectiva muy halagüeña. Si algo representa es al hombre caído, necesitado de salvación. Robinson retrata con este personaje al individuo que se sabe condenado, al pecador impenitente, deseoso de alejarse de la perdición, pero hermético ante la gracia.
Es también la figura de quien se siente juzgado, condenado casi antes de abrir la boca. Del que, en definitiva, ve siempre y en cada ocasión oportunidad de pecado, pero que, al mismo tiempo, se mantiene invulnerable frente a la misericordia.
Pero Jack cae simpático. El lector descubre poco a poco su lucha por ser inocuo a los demás. Sabe que su mera existencia causa ampollas, que hiere a quienes les rodean y tal vez eso explique que busque alejarse hasta de su propia familia.
La gracia llega a su vida por casualidad y lo hace en forma de mujer: Della Milles, una joven profesora negra, hija de un predicador de Memphis. Si Jack es el infierno, Della es como la Beatriz de Dante: de una generosidad heroica y dispuesta a llevar a Jack hasta las mismas puertas de la redención.
Robinson desgrana los pormenores de una relación que no solo tiene que luchar por convertirse en vehículo de redención, sino que también ha de enfrentarse a una cultura racista. Situémonos: nos encontramos en lo más profundo de Missouri, en momentos posteriores a la II Guerra Mundial, donde blancos y negros tenían que vivir de un modo separado y en donde era impensable una relación interracial. Jack se enfrenta así a un dilema trágico: quiere a Della, sabe que su relación con ella tiene tintes liberadores, pero se rebela ante la idea de convertirla en desgraciada. ¿Quién ganará: la desesperación o la gracia?
Sin duda, la novela más conseguida hasta la fecha de Robinson. Una auténtica delicia, indicada para quienes desean explorar el sentido de la existencia a través de la literatura.