X
Reseñas
literarias
Lev Tolstoi

Guerra y paz

por:
José María Contreras
Editorial
Literatura Random House
Año de Publicación
2015
Categorías
Sinopsis
Obra cumbre de Lev Tolstói (junto a Anna Karénina) y de la narrativa del XIX, Guerra y paz constituye un vasto fresco histórico y épico. Con la campaña napoleónica -Austerlitz, Borodinó o el incendio de Moscú- como trasfondo, se narra la historia de dos familias de la nobleza rusa, los Bolkonski y los Rostov, protagonistas de un mundo que empieza a escenificar su propia desaparición.
Lev Tolstoi

Guerra y paz

Motu proprio jamás habría escrito una línea sobre Guerra y paz porque es una obra que apabulla en todos los sentidos, algo sobrehumano. Tendría su gracia hacer un reseña como si el libro acabara de publicarse, pero en ese caso, para que tuviera algo de chispa, habría que ponerse del lado de los detractores, que los tuvo; y a eso no me atrevo. Otra opción sería tirar por el lado universitario y centrarme en una pequeña, minúscula parcela de la obra y sacar unas cuantas conclusiones que a poco responden y a nadie importan. La tercera posibilidad, la que he decidido explorar en adelante, consistiría en explicar por qué me intimida tanto esta catedral que, párrafo a párrafo, levantó el portentoso León Tolstói.

La razón principal hay que buscarla en lo mucho que se acerca la novela de Tolstói a la totalidad y, por tanto, en lo que tiene de inabarcable. Por definición, lo total es imposible para nosotros: los ojos humanos no pueden abarcarlo, la mente humana no puede aprehenderlo y, por supuesto, nuestro lenguaje no puede comunicarlo. Esto nos aproxima al peligroso ámbito del escepticismo, no en vano lo anterior puede tomarse como una paráfrasis de Gorgias. Sin embargo, no hay más remedio que dejar escapar un acento escéptico cuando se habla de la totalidad, o lo que en cierto sentido puede ser equivalente, cuando se habla Dios mismo. Al fin y al cabo, como diría la teología negativa, estamos ante lo incognoscible.

Es, por ejemplo, el caso de las experiencias directas de la divinidad, la cual no se puede conocer y, al mismo tiempo, es fuente de todo lo cognoscible. El encuentro místico convierte en insuficientes todas las palabras y combinaciones del idioma. El hombre se encuentra con lo inefable y, a la hora de trasmitirlo, ha de recurrir a símbolos e imágenes, insuficientes en cualquier caso. Lo normal es ese “no sé qué que quedan balbuciendo” de san Juan de la Cruz, o incluso el silencio, pues, como escribió Wittgenstein en su Tractatus, “De lo que no se puede hablar, es mejor callarse”. Esta línea apofática es la opción más común cuando el hombre intenta alcanzar lo inalcanzable. Y no es mala vía porque la nada está más cerca del todo que un número determinado de cosas, por más que ese número sea altísimo. En otras palabras, la totalidad no puede ser alcanzada ni designada por acumulación, ya que nunca acabaríamos de apilar cosas. Solo podemos referirla por medio de un pronombre indefinido, “todo”, que en sí no significa nada, un término que si tanto puede abrazar es gracias a que, en realidad, está vacío.

Y es a la luz, o más bien a la oscuridad de lo anterior, que podemos ponderar lo prodigioso, lo monstruoso de Guerra y paz. En sus cuatro volúmenes, en sus casi dos mil páginas, Tolstói está a punto de alcanzar la totalidad a las bravas, esto es, por acumulación. Por supuesto no lo logra porque es imposible, pero su bandera sigue siendo a día de hoy la más cercana a la cumbre. Es como si el ruso, poseído por un espíritu de Babel, hubiera intentado imitar a Dios en lo que tiene de grande, fecundo e incontenible. León Tolstói fue uno de los hombres más colosales de este mundo y, a su vez, Guerra y paz es la más colosal de sus obras, así que imaginen.

La novela se centra en los avatares de cuatro familias rusas en el contexto de las guerras napoleónicas. Dentro de ese marco, el escritor ahonda en el pozo de la realidad a través de distintas dualidades, empezando por la que da título a la obra. Aunque es indiscutible la condición histórica de la novela, el protagonismo lo detentan personajes ficticios, así como su búsqueda de la felicidad. Cada una de las teselas de este gigantesco mosaico tiene brillo propio por la tensión entre elementos en apariencia opuestos, ya que, de algún modo, la existencia es siempre un campo de batalla. Vida y muerte, amor y desamor, victoria y derrota, aristocracia y pueblo llano, virtud y vicio, Rusia y el resto del mundo… Esa totalidad que Tolstói roza con la yema de los dedos habría quedado más lejos de no ser por todos estos choques fecundos. Su heterogeneidad, su impureza, hace que Guerra y paz se acerque aún más a la vida.

Todo lo dicho hasta ahora puede sonar apabullante porque lo es, pero no me gustaría que resultara disuasorio porque no debe serlo. Las características hasta ahora mencionadas sobre Guerra y paz parecen abocarla a lo inenarrable y, por tanto, a lo ilegible. Sin embargo, he aquí otro prodigio, se lee a las mil maravillas y sin sensación de pesadez, salvo quizá algunas partes más especulativas. Cierto que son 1.700 páginas, es decir, la extensión equivalente a seis libros de 300. No creo que muchos autores se atrevieran a poner una de sus obras, aunque sea junto a otras cinco, a intentar compensar el tiempo dedicado a la de Tolstói. Siempre pasa con estas catedrales literarias: se tarda en llegar, pero cuando se llega, uno lamenta no haberlo hecho antes.

De qué va
Historia grande y pequeña de los rusos durante las guerras napoleónicas
Te gustará si
Todavía no la has leído
Dónde leerlo
Donde puedas apoyar el libro
También te puede interesar