X
Reseñas
literarias
Woody Allen

Gravedad cero

por:
Iñako Rozas
Editorial
Alianza Editorial
Año de Publicación
2022
Categorías
Sinopsis
Woody Allen vuelve en estado puro con una colección de relatos. Fiel a su estilo transgresor, con la ciudad de Nueva York como escenario de sus enredos y dispuesto a no morderse la lengua, el humor de Woody Allen es siempre políticamente incorrecto, popular y sofisticado al mismo tiempo, agudamente observador e implacablemente divertido.
Woody Allen

Gravedad cero

Pues resulta que Woody Allen dice que se retira del cine para comenzar o, mejor dicho, continuar lo que ha sido una larga tarea en el mundo de las letras. Porque Woody Allen no es que haya sido más escritor que director, sino que es, directamente, escritor; y de los mejores, aunque eso ya es subjetivo, supongo. Sus películas son obras maestras del ingenio y triunfan porque Allen sabe perfectamente el secreto de los grandes de la historia del cine: la importancia del guion. Y lo maneja a su antojo.

Ahora se publica Gravedad cero, que lo edita maravillosamente bien Alianza Editorial continuando la senda que comenzó con A propósito de nada. Con contraportada que incluye fotografía del autor, como Dios manda. En esta ocasión la firma su esposa Soon-Yi Previn y parece tomada una tarde de domingo en la biblioteca de su piso. Sigue un poco con el estilo de la que cerraba su autobiografía, hecha en un sillón de la casa de Diane Keaton. Pero entrando en materia, la verdad es que no sé cómo animarles a leer cualquier cosa de Woody Allen. Tampoco sé si quiero que lleguemos a ser multitud sus defensores, porque tiene algo de exclusivo que esto quede entre amigos. La cosa es que su universo cinematográfico y literario —este es su quinto volumen de relatos— y su forma de filosofar —término perfecto para describir lo que hace Woody Allen, pienso— nos han enseñado a muchos torpes, tímidos y pedantes que en esa torpeza, en esa timidez y en esa pedantería estaba lo que alguna chica podía llegar a encontrar eso que llaman ser mono. Y, todo sea dicho, nos ha animado a resistir con esa idea tan suya de que, a pesar de todo, los chicos de gafas de pasta de alta graduación podemos, de vez en cuando, quedarnos con la chica.

Y en Gravedad Cero Woody Allen filosofa sobre todo y lo hace de lo lindo. El último gran humorista pasa en salto de línea de dar unos cuantos floretazos a la cultura woke a contarnos los sueños de Jerry Sachs, judío y guionista, que «se casó demasiado joven, apresuradamente y por los motivos equivocados». Sueños que consistían en vivir en un edificio alto de Nueva York, ponerse esmoquin para cenar, dar fiestas con invitados como Noel Coward y tener por esposa a Irene Dunne o Katharine Hepburn. Toda una película. Porque lo mejor de todo es que en cada uno de estos relatos nos encontramos una voz narradora titubeante y subliminal que suena al Woody Allen del cine—incluso con el doblaje castellano de Joan Pera—. Una voz que se escucha aunque el personaje sea una vaca asesina que habla o un coche aerodinámico que se expresa como un intelectual. Y pensar que si uno, entre 2008 y 2012, se paseaba por alguna ciudad norteamericana y se paraba en un kiosko para comprarse un ejemplar del The New Yorker, podía encontrarse uno de estos artículos con la firma de Woody Allen… Claro que es un poco lo que pasa aquí cuando nos encontramos la firma de Garci. Creo.

Pienso ahora, mientras escribo esta presentación, en aquella entrevista que le hicieron a Emma Stone, en el programa de Conan O’Brien, donde cuenta cómo explicó a Woody Allen lo que es Twitter. Ella, tras decirle que era un lugar donde millones de personas trataban de ser ingeniosos en una frase de unos ciento cuarenta caracteres, le puso como ejemplo uno de Joyce Carol Oates: «Tragedia tiempo igual a comedia». «Esa frase es mía. Pero vale, ya lo pillo», concluyó Allen, concretando que es del guion de Delitos y faltas. Y eso es Gravedad Cero. Golpes de pensamiento encapsulados en humor, ingenio, brillantez y una superficialidad aparente con un gran fondo oculto, como todo lo del neoyorquino.

En fin, que este compendio de relatos que es Gravedad Cero no puede más que recordarme todo lo ya visto y leído de él, e imaginármelo en su apartamento de Nueva York, tal y como nos lo muestran en las primeras escenas de Woody Allen: el documental: tirado en una inmensa cama mientras escribe ideas en un montón de hojas rayadas amarillas. «Escribir es la gran vida», dice. Pues a ello, Woody, pues a ello. Hago mías, por último, las palabras de Daphne Merkin en el prólogo del libro y proclamo yo también eso de que «no es fácil ser gracioso» y que «luego está Woody Allen». Que nos dure muchos años más, nos hace mucha falta.

También te puede interesar