La escritura de Milena Busquets (Barcelona, 1972) me desconcierta. De hecho, llego a la redacción de esta reseña sin saber qué decirles, sin un posicionamiento claro. Trato de escribir desprovista de prejuicios -imagino que los ha sufrido, procede de una de las familias más reconocidas del ámbito editorial- y sopesando que es el tercer libro de la autora que leo. También esto pasará (Anagrama, 2015) tuvo un gran éxito comercial y de crítica. Milena se destapaba como escritora con una historia intimista, bien podrían ser sus diarios. En ella exorcizaba la muerte de su madre apelando a vivir con ligereza -que es el modo más elegante posible de hacerlo-. Huía del dolor a través del sexo y la sal, rememoraba la muerte de su padre, acontecida en su juventud, y confesaba las aristas de la relación con su madre. Tengo un recuerdo vago de aquella obra en cuanto a contenido pero ahuyentó algunas sombras que se cernían sobre su valía. Milena Busquets escribe bien. El recopilatorio de sus colaboraciones en prensa, también de Anagrama, “Hombres elegantes y otros artículos”, da prueba de ello.
El universo de la autora es cosmopolita y Camus. Afrancesada y ligera, podría llegar a cautivarnos. Sin embargo, Milena le da una vuelta de más a la superficialidad que reivindica; en ella hay gritos de auxilio, inconscientes tal vez. Aunque también cabe la posibilidad de que simplemente no le apetezca asomarse al precipicio; la incesante búsqueda del amor y un ego irritante lo sugieren.
“[…] la frivolidad, formidable vehículo para la inteligencia y el humor, había sido aparcada y relegada.”
La autora explica quién es Gema al inicio de su nueva novela y hace una declaración de intenciones. Pero, tras su lectura, una sabe que Gema no es una niña muerta, es una excusa. En esta ocasión se esfuerza menos por disimular que la amistad no va con ella y que la medida del universo es Milena Busquets. Quizá en el libro sobre la muerte de su madre no se hace tan patente porque la madre viva tiene mucho qué ver en quién es ella; En También esto pasará Busquets pide explicaciones e indulta a su progenitora. A Gema la recuerda para escribir un libro, fue una amiga de infancia de la que apenas puede esbozar algún cumpleaños y cuando ésta murió, a los 15 años, ya no tenían relación.
“A los quince años ya sabemos todo lo que sabremos sobre la amistad, no mejoramos como amigos, en todo caso empeoramos. El amor sentimental tal vez pueda ir perfeccionando con el tiempo, pero la amistad no, la amistad alcanza su plenitud radiante y absoluta en la infancia.”
Busquets reflexiona sobre la amistad en el libro y ésta no sale bien parada. Sabe que se pierde algo al denostarla pero, al igual que no soporta el ocaso de la pasión en las relaciones amorosas, la amistad se le antoja un estatus plano, plácido, “repleta de disimuladas obligaciones y pesados requerimientos”, carente de la exuberancia que bombea el corazón.
Entre las cosas que resultan, como decía, desconcertantes, en Gema, es que Busquets haya declarado que tardó casi 4 años en escribir. La obra consta de 158 páginas y da un poco de pudor decir, en ese caso, que se lee en dos tardes. La autora tiene 45 años y un novio cuando comienza la redacción de Gema. Aún no ha encontrado su belleza, ni muestra interés por que el amor madure con ella, para lo que tendría que salir de sí misma. No será en esta obra en la que Milena abandone el universo Busquets y en cualquier caso, ¿para qué hacerlo si suscita un interés que interpela a lo superficial de la vida y que nace talentoso?
“Nosotras descubríamos qué edad teníamos verdaderamente a los cuarenta años, antes era todo un baile de disfraces”
“a partir de cierta edad la belleza de las amigas ya no era motivo de competitividad o de celos, sino de orgullo y de alegría, la belleza de alguien de nuestra edad era un triunfo colectivo”
Es posible que todas la mujeres nos busquemos un poco en una Milena que no se ha encontrado. También lo hacemos todos los escritores:
“…egos gigantescos, amores y odios furibundos y una cierta endogamia y tendencia a la exageración”
Así pues, la investigación de lo colateral en la muerte de una antigua compañera de colegio, la relación con un novio actor y su oficio de escribir -junto con la maternidad-, son los puntales en los que la autora se basa para ofrecernos reflexiones ingeniosas, joie de vivre y nihilismo del que tiene buena prensa. No quiero estropearles la lectura, que reconforta como un helado y ayuda a pasar el otro nihilismo –de mala prensa- de una tarde de domingo, pero quizá el giro final es un poco forzado. En mi opinión no justifica una trama que no tiene por qué justificarse: Milena siempre nos habla de ella y así está bien. Su vida desnortada, su misantropía y sus reflexiones sobre la maternidad parecen tener poco filtro y el aire bohemio burgués le queda mejor que los vaqueros anchos. Los vestigios de alta burguesía barcelonesa son mucho más llevaderos en Gema que en su anterior producción.
La nueva obra de Milena Busquets, hija de la editora Esther Tusquets, está a la venta desde el 10 de febrero de 2021. En Gema la escritora revisa la amistad y las relaciones sentimentales mientras trata de ajustar cuentas con un duelo que no se cerró en su época. La muerte, una vez más, desparrama la vida ante nuestros ojos.
Y, a pesar de todo, a esto:
“cuando compartía con ellos (sus hijos) mi auténtica inquietud, no sé escribir, no sé escribir, no sé escribir […]”
yo respondería: Sí sabes, Milena. Vaya si sabes.