Cada vez tengo menos paciencia para seguir leyendo un libro que no me engancha desde la primera página. Es una costumbre que se retroalimenta, y cuando encadeno varios títulos que me desencantan a pesar de mis esfuerzos, me pregunto si seré capaz de engancharme a nada nunca más –con lo bien que sienta eso de perderte en un libro y que se caiga la casa, que no vas a dejar de leer–. Hace unos días mi madre me dejó en la mesilla de noche El yacimiento (Espuela de Plata, 2021), de Elena Torres.
Suelo hacerle poco caso a sus recomendaciones, más o menos el mismo que me hacen a mí ella y mi hija. Está claro que esta manía familiar por llevar la contra tiene consecuencias negativas para las que la padecemos, porque más de una vez acabamos perdiéndonos cosas que nos gustarían mucho por pura melonería. Pero cuando por algún milagro nos prestamos atención las unas a las otras, nos encontramos con sorpresas muy bienvenidas –y nos preguntamos por qué no nos haremos caso más a menudo–. Me pasó con Olive Katteridge, de Elizabeth Strout, y ahora me ha pasado con El yacimiento.
El yacimiento cuenta de forma muy entretenida la historia de Sonia, una doctoranda en arqueología que encuentra en unos papeles viejos las pruebas de un yacimiento fenicio en la zona norte de Cáceres. A partir de ese momento deberá enfrentarse a todo tipo de obstáculos e intereses ocultos que la irán poniendo a prueba hasta el final.
El libro de Elena López se lee como un thriller tranquilo. Una intuye lo que va a pasar, pero eso es lo de menos porque sigue siendo una historia emocionante, bien contada, sin paja, y con unos personajes muy bien dibujados. Además, gira en torno a un tema –la arqueología– que a mí me parece fascinante, aunque no entienda apenas del asunto.
Fluye estupendamente, da mucho gusto y en un par de días me lo he terminado, que es más de lo que puedo decir de muchos otros libros de autores consagrados a los que he intentado acercarme estos meses sin ningún éxito. Quizá esto diga más de mí que de ellos, pero de quien seguro que dice algo –y muy positivo– es de Elena López. Se tiende a mirar por encima del hombro a la literatura popular, cuando lo cierto es que está poblada de libros malos y buenos, igual que la literatura sesuda. Este es bueno, y a mí me resulta muy refrescante toparme con una autora que parece no tener más pretensiones que las de ponerse al servicio de la historia que quiere contar. El resultado, un libro entretenido, bien hilado, con un buen principio y un buen final. Muy recomendable.